XXXVIII

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Gabriel

En las mañanas el dolor suele ser un poco insoportable, ver a Alejandro ayudándome con mis aparatos a veces es frustrante, el debería levantarse y luego irse a hacer deporte como todos los chicos de su edad.

-¿Por qué estás aquí? -indagué, él levantó la mirada extrañado- ¿por qué no estar durmiendo o haciendo cosas de chicos de nuestra edad? ¿No te cansas de mí? Sé que siempre he sido un estorbo para ti -arrugó el entrecejo- ¿qué te hace quedarte? ¿lastima? Dime ¡¿por qué no me respondes?! -hoy es uno de esos días donde me levanto sintiéndome una carga, sé que no me queda mucho tiempo, los resultados del chequeo de hace dos días dijeron que ya tengo los días contados.

-Sabes que me voy a morir ¿por qué perder el tiempo? Por qué no simplemente...

-¿Terminaste? -dijo soltando el termómetro- qué esperas que responda a tus preguntas, si quieres que te diga algo hiriente para hacerte sentir mejor pues no lo conseguirás, hoy estoy de buen ánimo para que con tus niñerias lo arruines.

-Me voy a morir -susurré.

-Lo sé, también vi el resultado. ¿Sabes? Nunca has sido un estorbo para mi yo... yo siempre te he querido como a nadie en la vida ¿crees que no me duele verte así? Ver como se te va la vida poco a poco, creciste conmigo, nacimos juntos... y no sé qué hacen los adolescentes normales, solo sé que debo despertar temprano y ver tus vendas, monitorear tu pulso y ser el hermano cruel y frío -su voz se quebró he hizo una pausa- Emma me dijo que te dijera que te quiero, creo que ella sabe que eres tan estúpido que no te habías dado cuenta -vi lágrimas rodar por sus mejillas- no sé qué será de mí la mañana siguiente cuando no estés...

¿Qué voy a hacer? ¿salir a correr? ¿ser un adolescente normal, como se hace eso? Dime ¿a quién voy a tratar mal? -lagrimas rodaban por mis mejillas- daría mi vida por la tuya -miró hacia la ventana, enfrente está la habitación de Emma- para que ustedes sean felices, se lo merecen. No me preguntes por qué estoy aquí porque no lo sé ¿okey? Solo sé que eres mi hermano y que prometí a la vida cuidarte -limpió sus lágrimas con el dorso de su mano- así que cállate y quédate quieto que tengo que tomarte la presión.

La conversación con Alejandro me dejó pensativo, así que fui a buscar a Emma, ella siempre logra hacerme sentir mejor, al tocar a la puerta de su casa ella salió, tan perfecta como siempre, con un vestido verde claro y unos botines, su lacio cabello negro cual noche sin luna y ese hermoso fleco sobre sus largas pestañas.

-Hola -dijo con una risilla, no sé cómo puede intimidarse después de todo lo que hemos hecho, es tan adorable.

-¿Quieres ir a caminar preciosa? -asintió, salió y cerró la puerta tras sí

Salimos rumbo a un lugar que según ella es su lugar especial para reflexionar, al llegar se veía todo demasiado hermoso, con un campo verde atravesado por un riachuelo, ella soltó mi mano y salió corriendo a lanzarse sobre el pasto verde yo la seguí, a su lado se siente paz.

-Pequeña... -ella dirigió sus verdes ojos hacia mí- necesito preguntarte una cosa y quiero que seas totalmente sincera ¿vale? -ella asintió- ¿serás feliz cuando yo no esté? -miró el cielo por varios minutos apoyó su cuerpo sobre sus codos y me miró de frente a los ojos, yo la veía expectante.

–Me gusta verte a diario, hacer el amor contigo, escucharte tocar y verte bailar, me gusta el chocolate que preparas pero sé que un día ya no pasará más y... sé que es difícil porque quiero esto toda mi vida, es como mi sueño imposible –sonrió tristemente- pero ahora lo único que quiero es hacerte feliz, que el tiempo que estés aquí junto a mi sea inolvidable para ambos y quiero que sepas que cuando no estés seguiré con mi vida, que cantaré, correré, reiré y lloraré por ambos, y te voy a extrañar ¡carajo! Te voy a extrañar como a nadie, pero después estaré bien, pensaré en nosotros en la playa, buscando cangrejos y luego en ti rojo como tomate por el sol -algunas lágrimas salían de nuestros ojos- quiero que te vayas en paz porque Alejo y yo cuidaremos de tu madre, alejo tendrá a quien cuidar mientras yo exista, eres parte de nuestras vidas y siempre lo seguirás siendo, ocupas una buena porción de mi corazón y ahí permanecerás siempre.

Seré feliz mi guisante gigante -sonreí- no puedo prometer que lo sea todo el tiempo, pero si lo seré -tomó mi mano- te haré feliz mientras estés conmigo y espero que sea por mucho tiempo -la abracé.

-Te amo -susurré en su oído. 

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora