Hace muchos años, los hombres lobos habían reconocido a sus nuevos enemigos. Los cazadores. Sus guerras duraron por años, y creian que asi seguiria siendo. Pero algo interrumpió eso.
Artemia Ragnarsson, lider de los cazadores, asciende a su puesto l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Abro lentamemte mis parpados, mis ojos lo primero que ven es oscuridad. Mis sentidos lentamente se despiertan, mis oídos escuchan el ruido de las patas de un caballo, moviendolas sobre la tierra. Siento mi propia respiración tibia sobre mi rostro, dandome a entender que tengo una tela en mi cabeza.
Mis piernas pueden moverse, a diferencia de mis manos, las cuales estan atadas a unas apretadas sogas. Me incorporo sin importarme quien pueda verme y sacudo la cabeza bajandola. La tela cae por si sola y me apresuro a mirar hacia todos lados.
Lo primero que noto es la carreta en donde estoy, miro hacia a mi alrededor. Frunzo el ceño al no reconocer el lugar.
Miro al hombre, moviendo sus brazos, contoneando en ellas el latigo que obliga al caballo a ir mas rapido. Me coloco de pie y corro hacia a el. Golpeo su cabeza y la gira con un quejido, deja de golpear al caballo, haciendo que el mismo se detenga.
— ¡Maldita!— Toma mi brazo y enredo mis piernas en el suyo. Me tiro hacia atras y ambos caemos fuera de la carreta. Hago mis manos puños y golpeo su rostro una y otra vez, sin dejarlo reaccionar ni golpearme de vuelta
Su cabeza se gira una ultima vez a la derecha, cerrando los ojos. Respiro cansada y miro mis nudillos con sangre, me apresuro a revisar sus bolsillos y me detengo al detectar algo filoso.
Lo tomo y corto la soga en mis manos. Me levanto tambaleandome un poco y quito los mechones marrones de mi rostro. Me acerco de vuelta a la carreta y levanto mis cejas al ver a otro hombre, atado con gruesas cadenas en sus manos y con una bolsa igual que la mia en la cabeza.
Me subo de vuelta y tomo mi espada cuando la veo, la coloco en el estuche en mi cintura. Escucho al hombre quejarse y me acerco a el.
— Dejame ayudarte.— Murmuro. Apenas quito la bolsa de su rostro, un gutural y profundo rugido animal me recibe, haciéndome cerrar fuertemente los ojos mientras dejo de respirar
Abro los ojos en par en par y mi respiracion se vuelve agitada. Lo observo bien, es un lobo. Frunzo lentamente el ceño.
Y no uno cualquiera.
Frunzo mis labios y lo miro con repulsión, me imita la mirada. Nuestros ojos destellan solo desafío y odio.
Le mantengo la mirada unos segundos mas hasta que veo detras suyo otra carreta acercarse. Miro sus cadenas y las tomo. Frunce el ceño cuando me ve bajar de la carreta.
— Camina.— Ordeno. Se mantiene con la mirada dura y la respiración agitada. Frunzo mis labios y tiro fuertemente de la cadena, suelta un gruñido y cae al suelo
Miro sus muñecas, frunzo el ceño al notarlas quemadas. Y lo que me sorprende mas, que las cadenas causen eso.
Plata.
— Camina.— Vuelvo a repetir lentamente. Levanta su cabeza y me mira inestable. Gruñe y trata de correr hacia a mi. Vuelvo a tirar de su cadena y suelta un quejido, deteniendose
— Te arrancare la garganta.— Murmura en un gruñido
— Quiero verte intentarlo. Ahora camina.— Tiro de la cadena mientras camino hacia el bosque. Lo escucho quejarse mas y muevo mi cabeza hacia todos lados
Viaje a muchos lugares, pero nunca estuve en este. No se que sucedio, pero lo solucionare. Volvere a casa, encontraré la manera.
Lo miro unos segundos.
Y cuando lo haga, volvere con el. Lo hare arrodillarse ante mi pueblo, y todos veran, a nuestro mayor enemigo agonizar frente a nosotros.