Hace muchos años, los hombres lobos habían reconocido a sus nuevos enemigos. Los cazadores. Sus guerras duraron por años, y creian que asi seguiria siendo. Pero algo interrumpió eso.
Artemia Ragnarsson, lider de los cazadores, asciende a su puesto l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Juego con el cuchillo en mis manos, aun sintiendo su mirada.
— ¿Puedes dejar de mirarme?— Murmuro— Tendre que usar el cuchillo para otra cosa.— Lo miro, cuando suelta una risa
— No usaras el cuchillo en mi.— Frunzo el ceño
— ¿Cómo estas tan seguro?
— Solo lo se.— Se encoje de hombros, entrecierro los ojos. Me remuevo y miro hacia adelante
— Solo porque no quiero estar pegada a tu cuerpo inerte.— Murmuro, no dice nada mas
Suspiro.
Miro hacia el atardecer, en unos minutos ya oscurecera.
— ¿Puedo comer un pastel ahora?— Ruedo los ojos. Estiro mi brazo hacia el bolso y saco un pastel, envuelto en una tela
Se lo tiendo sin mirarlo y lo toma, escucho como empieza a comerlo.
— Quiero otro.— Frunzo el ceño y lo miro
— No paso ni un minuto.— Relame sus labios
— ¿Y?
— No te dare otro.— Digo lentamente, mientras niego con la cabeza. Frunce el ceño
— Si, pues, esta vez no puedes huir.—Se inclina para tomar el bolso, pero lo alejo
— No empieces.— Frunzo el ceño
— No estoy empezando nada, dame un pastel.— Sigue intentando quitarmelo, haciendo que nos movamos
— Tiene que durar, ¿que parte no entiendes?— Coloco mi mano en su frente pero toma mi muñeca
— Aun tenemos las frutas.— Replica, acercando su rostro. Me callo unos segundos
— No.
— No te estoy pidiendo permiso.— Suelto mi muñeca y coloco la bolsa en mi espalda, la aplasto con ella y me cruzo de brazos— Muy graciosa.
Enredo mis manos a la soga, cuando intenta levantar mi cuerpo.
— No seas chiquilina.— Murmura serio. Frunzo el ceño
— Tu eres el que esta peleando por un pastel.— Coloca sus manos en mi cintura y me jala, me sostengo fuerte de la soga
— Necesito alimentarme.— Gruñe, haciendo fuerza, sigue empujando
Demonios, tiene fuerza.
Mis manos terminan cediendo, pero no se lo espera porque su cuerpo se va hacia atrás, llevandome con el. Jadeo cuando la red baja un poco, miro rápidamente las lanzas.
Se mueven levemente, casi a punto de soltarse. Un movimiento mas y nos bajamos, pero las lanzas van hacia nosotros.
Resoplo y corro mi cabeza, frunzo el ceño cuando rozo mi nariz con la suya. Corremos rápidamente nuestras cabezas, miro hacia otro lado.
