Capítulo 9

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El pendejo de Benjamín.

Benjamín soltó una risita mirándome pervertidamente.
—Es que al parecer tienes poderes, puedes levantar cosas sin tocarlas —acentuó "cosas", refiriéndose a su miembro—. ¿Qué más puedes hacer Laura Bell?

Tal vez dejarte sin pene, mi querido Benjamín.

Trate de no soltar más gemidos y hablé.
—Puedo hacer más cosas de las que te imaginas —afirmé lamiéndome los labios.

—Espero me puedas demostrar —me tiró un beso corto, mientras reposó su cabeza en la camilla.

Claro que te voy a demostrar lo que puedo hacer.

A ninguno de los dos nos importaba que nos estuviesen escuchando.

No dije nada más y Benjamín por fin se calló por un buen rato.

Seguía soltando pequeños gemidos pero parecía no importarle. Igual era sin intención.

Hasta que con tanta relajación cerré mis ojitos y me quedé dormida.

Entre sueños sentía que mi cuerpo estaba frío.

Abrí mis ojos y no encontré a una masajista, solo encontré a un Benjamín profundamente dormido con su cara apoyada en su antebrazo.

Sentía frío, afuera, por lo visto, había empezado a llover y ya estaba oscuro.

Benjamín se veía súper lindo y tierno. Estaba totalmente relajado.

Me senté en la camilla, aún media dormida tratando de entender cuanto tiempo me quede dormida.

Sin hacer ruido caminé hacía donde deje mi celular, lo prendí y lo primero que vi, fue la hora.

6:40 PM
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Lo volví a apagar y lo deje ahí.
No sabía si dejar a Benjamín ahí o despertarlo, supongo que el también debe tener frío.

Opté por la primera opción.

—Benjamín —hablé moviendo un poco su hombro.

Tenía el sueño liviano porque apenas lo moví un poco se despertó.
—¿Qué-qué pasa? —preguntó abriendo sus ojos y refregándoselos.

—Te quedaste dormido —idiota.

Se quedó analizando la situación por un momento.
—Hace frío aquí —dijo levantándose y quedando con la cabeza baja—, tápate —ordenó con su mirada en mis senos.

Hice una cara de: wtf.
Hasta que recordé algo.

Oh Dios mío santo.
La tira del bikini.

En ese instante solo quise que la Tierra me tragara.

Me di media vuelta dándole la espalda, por suerte era de dos tiras una iba en el cuello y otra en la espalda, solo que la de la espalda estaba suelta y apenas tapaba algo de mis preciosos senos.

Benjamín tiro una carcajada. —No vi nada, lo juro.

Traté de amarrar la tira pero no podía.

Mi No Tan Terrible VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora