Capítulo 37

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Laura


Por la tarde el avión aterrizó, había llegado a Inglaterra.

El idioma me invadió después de muchos años, por supuesto que sabía hablarlo pero se me hacía raro escuchar a un inglés.

Mis abuelos estaban esperándome, apenas crucé por esa puerta los vi buscándome con la mirada, una sonrisa apareció en mi rostro y mis ojos se cristalizaron, llevaban un cartel donde estaba escrito "Welcome to home" junto con mi nombre. Al verme me devolvieron la sonrisa, deje a un lado las maletas y corrí hacia ellos abrazándolos fuerte.

Fue inevitable que sollozara.

—¿Pero cuando creciste tanto? —preguntó la abuela con su tierna voz.

Únicamente sonreí mientras sentía como lágrimas rodaban lentamente por mis mejillas.

—No llores cariño —dijo el abuelo tomándome de la mano—. Todo estará bien.

—Ven, vámonos a casa —mencionó la abuela cruzando su brazo con el mío—, que te espera un delicioso chocolate caliente con galletitas para que te sane el corazón.

El abuelo se puso al lado contrario de mi abuela haciendo lo mismo que ella, el chofer cogió mis maletas y nosotros avanzamos hacia la salida mientras la abuela contaba sobre lo mucho que quería verme.

Una larga charla tuvimos mientras lloraba y comía galletitas hechas por la abuela, les había contado casi todo lo qué pasó y porque me mandaron de la casa esta vez, aunque a ellos si les dije que esas fotos no eran mías, también incluí a Alessandro y les hablé sobre Benjamín y sobre como me ayudo, ellos aseguraron que es mi novio pero lo negué, no quería causar falsas ilusiones.

No quería contarles que ya sabía el porqué me mandaron a Londres por más de un año, eso lo quería enfrentar directamente con mis padres.

—¿Ustedes sabían que mi papá tenía otro hijo? —pregunte mientras saboreé el chocolate que estaba en mi taza, ellos habían logrado calmarme y ya no estaba llorando.

—Sí amor, nosotros sabíamos —respondió el abuelo—, pero tus padres nunca quisieron que te enteraras y menos de esa forma.

—Alessandro siempre vivió con su madre y nunca se acercó a nosotros, su madre tampoco quería que se acercase a tu hermano y a ti —contó la abuela sin ser fría.

—¿Y por qué mi papá la engañó con ella? —intente obtener respuestas para atar cabos.

—Jack jamás engañó a tu madre cariño —acaricio mi cara la abuela—. Cuando tú aún no nacías las cosas eran muy distintas, y no puedes juzgar a Jack porque no sabes toda la historia.

—Abuela eso no le da el derecho de ocultarme que tenía otro hijo —le dije sutilmente.

—Él te lo oculto por una razón —me miró fijamente la abuela con su mirada de sabía.

—¿Cual es esa razón?

La abuela no quería responder y regresé a mirar al abuelo que estaba al frente de mi sentado.

—¿Cual es esa razón abuelo?

—Amor, a nosotros no nos compete contarte el porqué de las decisiones de tu padre, es algo que tu padre debe decírtelo —respondió el abuelo sin apartar la mirada.

—Ellos no me dirán la verdad, no me la han dicho por años —les recordé—, yo quiero que ustedes me digan la verdad, yo confío en ustedes —los miré a ambos y sus miradas estaban indecisas.

—Laura —nombró la abuela suspirando—, ni tú abuelo ni yo queremos que tu corazoncito sufra más, nosotros no queremos decirte nada porque no nos compete y porque no queremos verte llorar, tú eres mi hermosa y tierna nieta y nos destroza que cada que llegas hay lágrimas en tus dulces ojos, eso está muy mal porque mi tierna niña merece unas galletitas que con amor te preparamos cada que nos visitas, mi tierna niña merece mucho amor y cariño porque eres la mejor nieta que Dios nos pudo dar —mencionó y en mis ojos ya habían lágrimas—, nosotros te amamos mucho y no queremos verte sufrir —agregó la abuela.

Mi No Tan Terrible VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora