Capítulo 17

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Dormir con Benjamín fue una estupidez.

No paraba de abrazarme, cada vez que me movía me abrazaba más, para que no me vaya a ir tal vez. Pero como un niño chiquito que duerme con su mamá.

Desperté con un dolor en la espalda, y con un imbécil a mi lado, con un imbécil tierno. Se veía tranquilo, todas sus facciones relajadas.

No eran más de las siete, sentía un poco de frío y el ruido de insectos era menos que ayer. Como dije, traté de moverme para coger mi celular pero Benjamín lo notó y no me dejó hacerlo abrazándome más, parecía garrapata.

Aún tenía sueño, y parecía que nadie estaba despierto ya que no se escuchaba nada.

Volví a dormir un rato más.

El calor que me daba hacía sentirme abrigada.

Volví a despertarme pero ahora por el ruido que estaban haciendo.

Me quejé. Benjamín ya no estaba a mi lado, había desaparecido.

Me fregué los ojos con mis manos saliendo de la carpa malhumorada. El cielo no estaba despejado, así que el sol mañanero no intervenía.

Al parecer casi todos estaban ya levantados y con otra ropa, y con un vaso de no sé que en sus manos.

Benjamín estaba junto con sus amigos y no se dio cuenta de mi presencia. Valentina se acercó a mí con una sonrisa larga.

—¿Qué tal dormiste? —me preguntó.

—Mira mi cara —señale con mi dedo a mi cara haciendo una cara de culo.

Valentina carcajeó. —Vamos a tomar té, está caliente aún —informó cogiendo mi mano y llevándome donde estábamos ayer sentados, en el mismo tronco.

—Buenos días —salude de mala gana sentándome al lado de Valentina—. ¿Y Ángeles? —le pregunté.

—Está aún dormida —respondió Valentina.

—Ah, ¿con Alex? —pregunté al no encontrarlo entre la gente.

—Él se fue esta mañana —murmuró Max mirándome.

—¿Se fue? —dije confusa.

—Vendrá en la noche tal vez. Fue a darse un respiro, a relajar las bolas —informó sin importancia.

Me suena a pelea entre Ángeles y Alex.

Afirmé con la cabeza regresando a ver a quien estaba.

Gus tampoco estaba presente. Casi todos estaban con sus novias, ellos parecían mayores, tal vez tienen unos 18 o 19. Benjamín como dije estaba cerca de la parrilla conversando con sus amigos.

Pero ahora se acercaba a mi con un vaso de té, tal vez. Y con una sonrisa, él estaba feliz y yo con una cara de culo.

—¿Cómo durmió la bella durmiente? —me preguntó sentándose a mi lado.

—Del asco —respondí fría—, parecías garrapata.

Me miró entrecerrando los ojos.

—Toma —me extendió el té—, eso es lo único que hay de desayuno. Cuidado te quemes.

—¿Pusiste azúcar? —dije tomando un pequeño sorbo.

—Todo listo para que la princesa no tenga que hacer nada —me miró burlón—. Por cierto, que bien te queda esa pijama —elogió pervertido mirando mi camiseta.

—Sí Benjamín, las mujeres tenemos pezones —informe de forma cruel dándome cuenta que mis pezones se notaban un poco—. Deberíamos normalizar que las mujeres no nos pongamos sujetador —dije en voz alta.

Mi No Tan Terrible VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora