Capítulo 39

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Al día siguiente por la noche.

—Gracias por venir a verme Gus —agradecí abrazándolo—, te quiero mucho —soné sincera dándole un pequeño beso en el cachete, aunque para mí era raro decir esa corta frase.

—Mejores amigos hasta la muerte, ¿no? —dijo él sonriendo y apretando el abrazo.

—No me hagas llorar Gus —fruncí el ceño—. Tal vez regresé en dos semanas, y cualquier cosa que suceda me llamas —guiñé mis ojos.

—No confió en él —susurró en mi oído para que Benjamín no escuchara—, pero si te hace algo no dudes que lo pondré en su lugar. Ten cuidado chimuela —aconsejó dándome el último abrazo.

—Gracias, y que tengas buen viaje cachetón —cogí sus cachetes apretándolos.

—¡Buen viaje Gus! —alzaron la voz los abuelos—, ¡vuelve pronto! —dijo la abuela.

Mi mejor amigo sonrió sutilmente cogiendo sus cosas para marcharse, Benjamín solo se despidió alzando la mano desde su lugar.

—¡Cuídense mucho abuelos! —alzó la voz Gus desde lejos y todos alzamos la mano moviéndola.

Gustav tenía esa confianza con mis abuelitos porque ya los conocía, una vez fueron de viaje con sus padres antes de que se divorciaran y los míos, entonces conocieron a mis abuelos, y por supuesto que consintieron a Gustav como si fuera su propio nieto.

—¡Ay! —suspiró el abuelo—, cuando volveremos a ver de nuevo a Gus, de un momento para en otro ya ha crecido como dos metros —carcajeó el abuelo.

—La ultima vez que lo vimos fue hace tantos años —agregó la abuela.

—No se pongan tristes —fruncí el ceño—. Que en menos de lo que se imaginan lo tendrán aquí de nuevo —dije intentando animarlos.

Después fuimos para la casa de los abuelos y estuvimos un rato conversando, Benjamín se comportó bien e intentaba entablar una conversación con los abuelos y ellos también, yo me concentré más en la televisión y dejé que ellos tuvieran una conversación sin mí, aunque media hora más tarde Benjamín se retiró para el hotel donde se estaba quedando y yo subí a mi habitación a dormir, me sentía cansada.

Aquellos hombres pegaban a mi padre una y otra vez, haciéndome ver lo que hacían...

¡PAPÁ! —gritaba de desesperación por no poder hacer nada para ayudar a mi papá que estaba en el piso ensangrentado por los golpes, ya que aquel horrible hombre me sostenía de las manos haciéndome daño— ¡NO LE HAGAN NADA! ¡AUXILIO POR FAVOR! ¡AUXILIO! —grité lo más fuerte pero parecía que nadie escuchaba.

Aquel hombre me soltó llevándome a otro lugar a rastras mientras veía como mi padre estaba en el piso ensangrentado y sin moverse.

Ese hombre me apegó a la pared  y aparecieron otros más, sus horribles rostros me hacían temblar de miedo.

Ellos se acercaron muy lentamente a mí y sentía que no podía gritar, intentaba con todas mis fuerzas pero no podía, tenía tanto miedo que cerré mis ojos y me tapé la cara.

—¡AAAAAA! ¡PAPÁÁÁÁ! ¡AYUDA! —pude por fin gritar con todas mis fuerzas—, ¡PAPÁ!

—¡Laura! —gritó la abuela despertándome—, todo está bien cariño, todo está bien —dijo mirándome e intentando tranquilizarme pero era casi imposible.

Sentía como mi corazón palpitaba fuertemente, mi respiración era agitada y mi pecho dolía, miré a los abuelos que estaban preocupados y pude estar segura de que todo era una pesadilla, pero seguía muy atemorizada y solo pensé en una cosa.

Mi No Tan Terrible VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora