Capítulo 35

302 32 61
                                    


Amelie nuevamente me cacheteo enseñándome ahora las fotos y videos.

Jamás había enviado fotos intimas porque nunca confío en los hombres.

Esa no era yo.

Se asemejaba demasiado a mí pero no era yo, ella tenía un lunar en el abdomen y yo no tengo ni uno en ese lugar, y sobre todo yo tenía un tatuaje que en esas fotos no se observaba.

Un tatuaje qué tal vez mis padres ni se acordaban que existía.

No era yo y ellos ni siquiera lo sabían.

—¡¿A QUIÉN CARAJOS EDUQUÉ?! —volvió a gritar—, ¡¿VES LO QUE HICISTE?!, ¡ARRUINASTE LA REPUTACIÓN DE ESTA FAMILIA!

Mis ojos buscaron a Ethan por todo lado pero no estaba, lo necesitaba tanto.

—Educaste a una víbora, igual que tú —respondí con remordimiento.

En el fondo de mi corazón sabía que mi madre sí es una víbora y no lo quería aceptar, pero lo tenía que hacer.

Alzó la mano queriendo pegarme pero la detuve.

—A las cinco sale tu vuelo a Londres—informó papá observándonos desde lejos—. Me has defraudado —murmuró mirándome.

Aquellas palabras dolían tanto...

—Tú igual a mí —le dije mostrando el dolor en mis ojos—. Rubí Brown —agregué y los dos se sorprendieron escuchando ese nombre.

—Laura —habló mamá pero no la dejé decir más.

—No —la corté—, lo más pronto me iré a Londres —dije intentando no llorar—, no quiero que su reputación quede dañada por una puta como yo —les dije sintiendo como mis ojos se inundaban de lagrimas—, una puta que jamás quisieron —agregue causando dolor—. Hubiera querido que ustedes jamás sean mis padres —fue lo último que dije saliendo rápidamente antes de que las lágrimas volvieran a invadirme.

Me subí nuevamente al auto, salí de ahí, buscando ir a un lugar donde pueda ser feliz.

Estoy harta de todo.

Manejaba sin rumbo alguno, escuchando canciones que destrozaban más mi pequeño y frágil corazón mientras lloraba silenciosamente.

Había perdido la noción del tiempo y ya casi era la una de la madrugada, aparqué el auto en un lugar cualquiera, respirando y logrando tranquilizarme.

No quería ni mirar mi teléfono, de hecho no quería hacer nada, solo quedarme en ese lugar mirando el cielo estrellado de aquella noche que parecía ser tan bella.

Mi cuerpo pedía abrazar a mi hermano, pedía estar con él consolándome como lo sabía hacer cuando era niña.

Agarre mi teléfono ignorando todo y solo buscando el número de mi hermano para llamarlo.

La esperanza que tenía de que contestara desvaneció cuando marqué más de dos veces y ninguna contestó, tenía el teléfono apagado.

En segundos llegó una llamada de Benjamín pero la rechacé, junto con ello apagué el celular.

Me baje del auto, tomé aire y empecé a caminar hacia el puente que estaba a menos de 5 metros, me paré justo en la mitad del largo y alto puente por donde pasaba un río.

"Tu madre es una víbora que nunca te quiso"

Esas palabras volvieron a retumbar en mi mente junto con las que les dije a mis padres antes de salir "Hubiera querido que ustedes jamás sean mis padres".

Mi No Tan Terrible VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora