Capítulo 9: Naturaleza indescifrable

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Quise dar las gracias a Ōgai, al cual encontré en su piso. Me disgustó ver aquel anuncio sobre la mesa de la sala de estar.

—¿Sigues con eso en la cabeza?

—Claro. Puede ser una experiencia única. No hay una guerra todo el rato —y se rio.

Mientras me bebía el té que había preparado, me conciencié: mi decisión estaba tomada… Ahora o nunca, se suele decir. Sabía que era la última vez que podría convencerle… La semana que viene ya llamaban a filas…

—No vayas, por favor.

—Doctora, ya sabe que no va a ser posible.

—Shizuka.

—¿Perdón?

—Me llamo Shizuka.

—Shizuka, ya sabes que no va a ser posible —repitió la frase.

—El campo de batalla no es un lugar para personas como tú, Ōgai. Terminarás destrozado.

—Correré el riesgo.

—¡O muerto!

—También lo correré.

—¡Oh, santo cielo! ¡Entra en razón!

—No —dijo sonriendo.

Habíamos llegado a un punto muerto, estaba claro. En ese instante, mi charla con Toyo me vino a la cabeza…

—Toyo me ha dicho que te dé las gracias por salvarlo… En verdad, me impresionaste. Por un momento, pensé que le dejarías ahí tirado.

—¿Recuerdas nuestra primera intervención?

—¿La del niño y la pierna?

—Esa misma. Decidiste confiar en mí, y no te defraudé. Lo mismo ha ocurrido con Toyo: tú confiaste en mí y yo respondí.

A decir verdad, tenía razón: cada vez que alguien le pedía un favor, lo hacía sin rechistar y siempre dando lo mejor de sí mismo. A pesar de esa máscara de extrañeza y frialdad, Ōgai escondía un alma bondadosa y amable frente a todo aquel que le pidiese ayuda. Creo que fue en ese momento, mientras operábamos a aquel niño, cuando me enamoré de él...

—Toyo y yo hemos cortado. Pero se lo ha tomado bien.

—Ya veo.

¿Solo dice “ya veo”?

—Hace tiempo, me preguntaste si estaba contenta con él… Que eso era lo importante… Te mentí.

Dejó de beber el té y me miró fijamente.

—No entiendo por qué, pero cuando te conocí, a pesar de ese carácter tan extraño que tienes… (No me mires así, porque es verdad...) Yo estaba feliz de estar contigo. Y cuando viniste con aquel anuncio, empecé a preocuparme… Porque pensé que no te importábamos nada… —otra vez, mis ojos empezaban a humedecerse—. Pero vi que salvabas a Toyo y que tratabas bien a la gente… Y aun así, no entiendo nada sobre ti…

Decidí taparme los ojos para parar las lágrimas.

—Pues entonces… Estamos igual —habló por fin—. Tú y yo, quiero decir. 

Colocó sus manos sobres mis hombros:

—Yo tampoco entiendo nada sobre ti… Y creo que eso nos hace humanos.

Observé por primera vez sus ojos morados, los cuales tenían una calidez que nunca había visto en ellos… Miento, solo cuando hablaba con sus pacientes…

—La amalgama de sentimientos hace que cada uno de nosotros tenga una naturaleza humana distinta a otra… Y es tu naturaleza humana la que me atrae, porque no consigo descifrarla.

—Hay otras formas de declararse, ¿no crees?

—¿Esperabas una declaración  normal de alguien tan extraño como yo?

Pasé mis manos por sus mejillas y le besé. Tras separarnos, le volví a suplicar:

—No te vayas… Una guerra no es lugar para alguien como tú.

—¿Por qué dices eso?

—Porque eres demasiado amable.

“La forma en la que ella permanecía frente a mí, como la auténtica personificación de la belleza, con su cabello lacio, me hacía sentir consternado e impotente ante su hechizo.”

-Mori Ogai-

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora