La “educación” seguía sucediendo sin pena ni gloria, llegando un punto donde el propio capitán se rindió con él. Ya no quedaba parte de su cuerpo sin marcas de quemaduras y, lo que era más sorprendente, el joven iba como quien iba a hablar con un amigo. Ya no gritaba, incluso le decía que le pusiese la vara en otro sitio porque hacía mucho que ahí no se la ponía. Se había hecho inmune al dolor físico.
Un buen día, fue llamado de nuevo ante la presencia del capitán.
—Me extraña que me llame, capitán. Aún no me ha dado tiempo a desobedecerle, señor. A no ser que sea un masoquista de esos…
—Mori, escucha atentamente.
Ambos se conocían tan bien que el capitán ya lo llamaba por su nombre.
—He presenciado a soldados pidiéndome morir ante torturas menos crueles que las tuyas. Tú eres fuerte de cuerpo, pero he descubierto tu mayor debilidad… —se giró hacia él—. Tu debilidad es esta —y se apuntó la cabeza—. Tu mente lo es todo para ti, así que he decidido hacer una prueba: mañana habrá un convoy con un nuevo escuadrón médico hacia el frente y te he incluido.
—Pero, señor… Aun estoy en la academia.
—Tú tienes más nivel que todos los presentes en la academia. Es un talento que se está perdiendo, aunque me cueste decirlo. Mañana partirás a las 6.
Mori fingió algo de resignación, aunque por dentro saltase de alegría: por fin trabajaría como un médico, para lo que vino. Hizo la reverencia protocolaria y salió del despacho.
—Ha sido todo un honor conocerte, Mori Ogai.
Para cuando quiso contestar, la puerta ya estaba cerrada.
Cuando llegó al frente, su nuevo superior era un teniente que debía ser familiar tanto del capitán como del director del hospital… Solo le faltó mandar a Mori a limpiar las letrinas. Su gran talento con el bisturí y curando heridas le salvó de varias regañinas. 7 soldados, ninguno grave. Aquello era demasiado sencillo. Todos los soldados rápidamente se hicieron amigos de él, ya fuese por su habilidad para curar o por su extraña forma de pensar. Por las noches, solían quedar para hablar de las diferentes estrategias a seguir. Los demás superiores se habían dado cuenta de su capacidad para crear tácticas y nunca dudaban en preguntarle:
—Lo mejor en estos casos es retirarse y lanzar un contraataque contra el que no puedan protegerse.
—Viéndolo así, suena sencillo…
—Tiene hombres capacitados para eso y mucho más, general.
El general terminó accediendo al plan y, días más tarde, celebraban la victoria.
—¡Es usted increíble! ¿Cómo se le ocurren estas tácticas?
—Cualquiera puede hacerlo, señor. Basta con pensar que frente a cualquier problema, siempre existirá una solución lógica. Si esto se les mete en la cabeza, la victoria nace por sí misma.
—¿Quién es usted? —preguntó sorprendido el hombre.
Mori sonrió:
—Solo soy un simple médico.
Los días pasaban, los meses pasaban, los heridos aumentaban. Llegó un momento donde no daban a basto. Corrían de camilla en camilla, vendando, operando, curando… El cansancio tanto físico como psíquico empezaba a notarse.
Y entonces vino aquella bomba…
Tras atender a muchos soldados sin descanso, Mori abrió agotado la puerta, encontrándose ante sí miles de soldados heridos… Y entonces se dio cuenta de que aquello se le iba de las manos… Y entonces se dio cuenta de que todos eran meros peones al frente del ejército imperial…
“El ser humano es demasiado frágil”, pensó mientras un crujido sonaba en su mente…
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BSD || Ōgai Mori: The Darkest Era
Fiksi Penggemar"Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón de por qué son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así y algunas veces es imposible cambiarlos." (Sigmund Freud) Esta es la historia del pasado ja...