Capítulo 22: Lo que el futuro nos depara

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—Toma —le sacó de sus pensamientos Shizuka.

Observó sus manos, en las cuales reposaba una cajita envuelta.

—¿Qué significa esto? —preguntó algo sorprendido Mori mientras lo tomaba.

—Feliz Navidad —esbozó una sonrisa la mujer.

—¡Habíamos quedado en que nada de regalos entre nosotros!

—¿Quién ha dicho que haya sido yo? Ha sido Santa Claus.

Mori suspiró, pero no pudo contener la sonrisa de su rostro. Era la primera vez que recibía un regalo en Navidad. Cuando lo desenvolvió, se encontró con un estuche lleno de bisturíes.

—Ya era hora que jubilases esos cuchillos de carnicero que tienes por herramientas de operaciones. Estoy segura de que con estos bisturís harás historia.

Y razón no le faltaba. Si supiese cómo se usarían en un futuro esos bisturíes…

—¡Papá! ¡Mamá! ¡Está nevando!

Los tres salieron a disfrutar de la primera nevada de aquellas fiestas. La pequeña se puso a hacer un muñeco de nieve con otros niños que encontró en el parque. Shizuka aprovechó para apoyar su cabeza en el hombro de Mori.

—Crece tan rápido… Espero que se convierta en una mujer fuerte e independiente.

—Bueno, apunta a maneras —contestó el médico mientras la rodeaba con el brazo.

—Espero que la ayudes en todo.

—¿Yo?

—¿No ves lo que te quiere? Además, eres perfecto para enseñarla a vivir en esta sociedad. En ese sentido, me siento muy afortunada.

Miró a los ojos al médico y sonrió tiernamente.

—Me alegro mucho haberte conocido, Ōgai Mori.

—Yo también, Shizuka Kanei.

Ambos se besaron bajo aquella débil nevada, ajenos a la presencia de un gato anaranjado sobre una de las ramas. Dicho gato observó cómo los padres llamaron a la pequeña Elise para irse a casa ante la fuerza que estaba cobrando la ventisca y cómo hablaron de preparar por fin la boda más deseada de sus vidas.

Se desperezó y bajó de un salto de la rama cuando ya no había nadie en el parque. Sus dos piernas se posaron con sutileza en la nieve mientras su gabardina ondeaba en el aire. Tras echar un vistazo a la familia Mori, sobre todo a la sonrisa que portaba el médico mientras cargaba a hombros a la pequeña y a su mujer del brazo, se ajustó el bombín que llevaba y se perdió en la ventisca, seguido del golpe de su bastón.

Es muy cruel, lo sabía.

También sabía que no podía intervenir para nada, lo que aumentaba la crueldad que el destino les tenía preparado.

Solo él sabía que aquella historia desembocaría en una tragedia.


BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora