Dos meses estuvo entre convulsiones y delirios en la cama de la enfermería. Los meses pasaron en momentos de consciencia e inconsciencia. Pudo escuchar en algún momento su diagnóstico:
“Distrés crónico”
La cabeza le dolía, como si alguien se la apretara, su cuerpo se sentía muy pesado y apenas podía mover la boca. Era tal la fatiga que tenía a varias enfermeras intentándole alimentar a base de purés y sopas para que no tuviera que hacer ningún esfuerzo.
Tampoco pudo mover la cabeza tras entrar el teniente. Le dolían hasta los ojos de enfocar la vista.
—Mira que te lo dije… Mira que te avisé…
Y el teniente tenía razón. La culpa había sido enteramente suya… Fue el propio Mori el primero en cosificar la vida, en ningunearla… Volvió a perder el conocimiento…
Esta vez pudo ver a alguien más en su mente… Ya no estaba la niña… Sino una mujer, una mujer a la que conocía perfectamente… Esta estiraba su mano para que Mori la tomase.
—Si por lo menos te hubiese hecho caso, Shizuka…
Una ráfaga de viento hizo que desapareciera.
—Han sido tantos los signos en el camino… Y yo pasando por encima de ellos… Soy un imbécil, ¿no crees tú también lo mismo? —preguntó al tiempo que se giraba.
Detrás de él se hallaba majestuosamente sentado y moviendo grácilmente su cola un gato blanco, naranja y marrón.
—Todo ha sido culpa mía, ¿cierto? Siempre culpa mía...
El gato maulló, haciendo que aquella escena se borrase…
Toda esta larga enfermedad había derivado a una fatiga crónica. Cualquier movimiento, cualquier pensamiento le agotaban en un abrir y cerrar de ojos. Su cuerpo se había visto tan mermado que ahora estaba extremadamente delgado. Gracias al reflejo de la sopa, pudo observar que aquellos ojos tan vivos que había tenido ahora eran ojerosos y cansados.
Su estómago aún no se había asentado y devolvía cualquier comida que tomase. Ante la delicadeza extrema de su salud, los altos mandos decidieron trasladarlo de vuelta a la retaguardia.
Es viaje no ayudó en nada a su recuperación. Nada más llegar, cayó gravemente enfermo con fiebres muy altas. Observando la situación, decidieron otorgarle la incapacidad y se tomó la decisión de que volviera a su casa. Esperaron a cuando la fiebre amainó para transmitirle la noticia, siendo el capitán el informante:
—Has durado más de lo que pensaba, Mori.
El capitán se hallaba mirando por el gran ventanal de la habitación mientras Mori estaba sentado en la cama, con la mirada perdida y acuosa ante la fiebre.
—Las personas como tú tienden a romperse antes. Los traumas y las torturas psicológicas tienden a hacer más efecto en las mentes más racionales. Por eso, los soldados no son más que personas sin ningún tipo de raciocinio brillante. La guerra no está hecha para intelectuales.
Miró de reojo al capitán, quien parecía mirar algo por la ventana tristemente.
—Intenté hacerte fuerte, pero terminaste como los demás… Tuve varios amigos que terminaron incluso peor que tú. Intentaban encontrar un motivo, una razón para una guerra… Pero hay cosas que no tienen razón lógica de ser.
—No todo es… Negro… O blanco… También existe el gris… —dijo a duras penas.
Recordó aquella frase, aquella frase que una vez le dijo a aquel hombre con bombín y gabardina en el orfanato…
—Si tan bien te sabías la teoría, ¿por qué no la pusiste en práctica?
Ante el silencio, el capitán suspiró y se dirigió a la puerta:
—Ha sido un honor conocer a un soldado como tú, Mori Ōgai. Podrías haber llegado a hacer cosas grandiosas, eso no lo dudo. Es una pena que esta guerra te haya corrompido.
—Capitán —le detuvo antes de que saliese—, no creo que la guerra me haya corrompido…
El capitán se giró hasta encontrarse con un joven hecho un ovillo entre sus sábanas, sonriendo a través de una máscara de sufrimiento.
—Yo ya estaba corrompido antes de llegar aquí.
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BSD || Ōgai Mori: The Darkest Era
Fanfic"Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón de por qué son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así y algunas veces es imposible cambiarlos." (Sigmund Freud) Esta es la historia del pasado ja...