Capítulo 35: Quería

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—¡No, Ōgai! ¡No vayas!

Eran los gritos de Toyo, eso estaba claro.

No hice caso. Por inercia, caminé hacia aquella camilla.

Es curioso cuántas veces me han dicho que no vaya a un sitio para luego desobedecer sus consejos… Shizuka me dijo que no fuese a la guerra, Toyo ahora me decía que no fuese hacia aquella camilla.

Fuera a donde fuese, siempre terminaba destrozado de una forma o de otra.

Todo enmudeció de nuevo, incluso el movimiento que había en los pasillos se ralentizó. Era como si el tiempo se hubiese detenido.

Me planté ante la camilla. Esta vez sí que estaba temblando. Me costó mucho más alzar la mano. El temblor era incontrolable. No podía… ¡NO PODÍA HACERLO! Sé que, si lo hacía, terminaría como siempre: bloqueado, destrozado en todos los sentidos.

Debía hacerlo por Shizuka, por Elise… Prometí que la cuidaría… Era una prueba que debía pasar.

Era mi responsabilidad como padre.

Apoyé la mano en la sábana y reprimí el primer vómito. Tenía miedo, mucho miedo… Estaba aterrado, desorientado…

Estaba en el infierno y aquel era mi castigo.

Tiré de la sábana.

La sábana cayó al suelo.

Di dos pasos hacia atrás.

Las piernas me flaquearon.

Toyo me sujetó por detrás.

Noté que tenía la boca abierta y que me dolía la garganta.

Noté que vomitaba también.

Noté que me escocían los ojos y que algo mojaba mis mejillas.

Toyo seguía sujetándome mientras él también lloraba.

Yo forcejeaba en sus brazos, sin poder apartar la mirada del cadáver descubierto…

Era Elise.


Con sus ojos azules completamente vidriosos.

En su otra mano apretaba con fuerza una hoja quemada y su rostro mostraba una sonrisa tranquila.

En la hoja se podían ver dos monigotes: el más pequeño estaba manchado por la sangre de la niña y el más alto parecía llevar ropas negras por la suciedad.

Ella quería dar este dibujo a su padre…

Ella quería ser bailarina…

Ella quería haber cenado hoy con su padre…

Ella quería haber ido a comprar vestidos con su padre...


Quería.


Cuando quise darme cuenta, el silencio que me acompañaba ya no era producto de mi mente…

Todos habían enmudecido ante unos gritos desgarradores que se oían en la estancia.

Eran los de un padre tras perder a su única hija.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora