Capítulo 1: No hay nada más sospechoso que algo perfecto

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Era un día lluvioso. El hombre, provisto con bastón, bombín y gabardina, subía las escaleras del hospicio tras la dueña. Había oído hablar de motines en aquel lugar, de robos de comida en la cocina a altas horas de la noche. Casi todos los niños habían sido acusados por aquellos hurtos. Todos... Menos uno.

―Le puedo asegurar, señor, que este niño es todo un ejemplo para este hospicio. Es muy educado y se lleva bien con todo el mundo. Lo que me extraña es que nadie aún lo haya adoptado.

Abrió la puerta de una de las habitaciones y allí encontraron al susodicho: sentado en la cama, leyendo un libro de Sun Tzu: "El arte de la guerra."

―Siempre anda leyendo, pero nunca pone mala cara cuando se le interrumpe.

Tras dar las gracias a la señora, el hombre entró en la habitación y cerró la puerta tras de él. El niño ni se inmutó. Tras aclararse la garganta, se apoyó en su bastón:

―Bueno, bueno... Por fin nos conocemos...

Al oír la voz, el niño alzó la vista. Su media melena negra cubría parte de sus ojos morados y cansados.

―... Rintarou Mori.

Tras oír su nombre, el niño suspiró, cerró el libro y lo dejó sobre la cama.

―Supongo que no habrá venido a adoptarme, ¿verdad? ―preguntó con una sonrisa cansada.

―Supones bien.

―Entonces, no entiendo que hace aquí.

―Simple curiosidad.

Apoyó el bastón en la pared al tiempo que dejaba el bombín y la gabardina en la cama. El hombre se sentó en la silla del escritorio, encarando al niño.

―Estoy informado de los múltiples hurtos que se llevan a cabo en este lugar. ¿Sabes quiénes fueron?

El niño abrió muchos los ojos antes de soltar una carcajada sonora.

―¿Ahora contratan detectives para estas cosas? Me parece que está bastante claro, señor.

―He oído la versión oficial. Sin embargo, yo quiero la verdadera.

―¿No son lo mismo?

―La información puede ser transformada conforme pasa de una fuente a otra. Una misma experiencia nunca será contada igual por dos personas distintas. Todo depende del punto de vista. Por ejemplo, si se dijese que fue tu compañero de litera, todos afirmarían sin dudar. Sin embargo, la cosa cambia si se acusa a alguien que es un modelo de educación y ejemplo en un hospicio como este...

―¿Insinúa algo, señor? ―preguntó el niño, más divertido que molesto.

―Fuiste tú quién robó aquellos alimentos.

Ante esta acusación, el niño juntó sus manos y sonrió.

―¿Solo porque yo sea el único que está limpio de sospecha, he tenido que ser yo?

―Por eso mismo. No hay algo que levante más sospechas que algo perfecto.

―No tiene pruebas, señor detective.

―Y nunca las tendré. Porque tú no te moviste ni hiciste nada.

El niño parpadeó varias veces algo confundido.

―Acaba de decir que fui yo...

―En efecto. Tú no necesitaste hacer nada, ya que tú lo orquestaste todo. Solo necesitabas que alguien hiciera las veces de ladrón. Mis sospechas se confirmaron cuando pregunté a tus compañeros y todos alegaban que eras un gran amigo y que les caías bien. Muy extraño, ¿no crees? Un niño que no habla y que solo lee suele ser objeto de burla. A no ser que solo interactuases con ellos a espaldas de los cuidadores, lo que me llevó a pensar que hablabas sobre algo que los cuidadores no debían oír. No hay pruebas ni nada que te inculpe. Es el crimen perfecto.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora