Capítulo 32: Hazlo por ella

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Los días pasaban y las excusas aumentaban. Toyo ya estaba por tirarse de los pelos. ¿Cuántas excusas conoce Mori para no ir a casa? Y encima, ninguna parecía absurda. Estaba claro que cuando el doctor no deseaba hacer algo, su determinación era inquebrantable. Ya había pensado en poner como excusa a la pequeña, sin exponerla mucho para que fuese una sorpresa, pero el hacerlo podría provocar que esta vez fuese Toyo el golpeado.

Llegar al piso de la señora Shige y decirle a Elise que otra vez había fracasado le sentaba muy mal. La niña esperaba la respuesta con una gran sonrisa, pero cuando la oía, se borraba su sonrisa.

—Otra vez… ¡Bueno, da igual! ¡Así perfecciono el dibujo!

Todo se complicó al mes siguiente…

♦♦♦

La guerra que al principio solo era en algunas regiones, se volvió más cruenta. Pasó a llamarse la Gran Guerra y abarcó todos los rincones del planeta. Ya nadie estaba a salvo… Los hospitales se convirtieron en refugios y los políticos intentaban quitar peso al asunto, pero no podían ocultar lo evidente:

las calles volvían a oler a muerte.

El hospital estaba infestado de heridos por culpa de coches bomba o alguna bomba en el metro. Todo el personal debía estar presente en todo momento. Tanto Mori como Toyo, al ser doctores, debía liderar a los enfermeros, por lo que las visitas de Toyo a la niña empezaron a escasear.

—¿Hoy tampoco ha venido Toyo? —preguntó la niña a la anciana.

—Parece que tiene mucho trabajo.

—Seguro que volverá con papá —sonrió la niña.

La señora Shige sonrió también ante la ternura de la niña.

—¡Voy un momento a casa a por unas pinturas!

—Está bien, ¡pero no tardes!

Los pasillos volvían a estar llenos de heridos, siendo una imagen de lo que vivió en la guerra. Gracias a esto, Mori se convirtió en el jefe de aquel lugar, sabiendo cómo dirigir a los enfermeros y demás doctores para llevar a cabo la misión de salvar a todos. Esto dificultaba que Toyo consiguiese que se fuese a casa…

Se armó de valor y se acercó a él, quien ahora estaba curando a un hombre con la pierna rota.

—Doctor Mori, ¿podemos hablar?

Parece que el tono serio de Toyo hizo efecto en él. Tras terminar de tratar al hombre, se fue con su compañero a un rincón.

—Hace dos meses que no pasas por casa. ¡Necesitas afeitarte y peinarte!

—Puedo hacerlo aquí.

—¿Y qué hay de tu casa?

—Nadie me espera allí.

—¡Elise, por supuesto!

Un nudo en la garganta se formó en el doctor.

—No puedo verla, Toyo… Seguro que ella tampoco quiere verme…

—Ella quiere verte, Ōgai.

Y aquí terminó la sorpresa. Necesitaba que Mori fuese a ver a la niña y ya. Por el bien de ella haría cualquier cosa.

—¿Cómo sabes…?

—Todos los días iba a verla. Se siente mal porque piensa que es culpa suya el haberte enfadado. ¡Vete a verla, por favor! ¡Ella te quiere!

—No quiero que vuelva a sufrir…

—Pues entonces, ¿a qué esperas? Cada vez que voy y ve que no estás tú, se le cae el alma a los pies. La señora Shige incluso me dice que le cuenta siempre la misma historia de cuando os bañabais juntos… Con Shizuka.

Esperó cualquier respuesta a modo de grito, pero Mori solo sonrió de forma cansada.

—Inundamos el baño aquel día.

Toyo puso una mano en su hombro.

—Si quieres, no lo hagas por ti… Hazlo por ella.

—Pero, ¿y lo enfermos?

—¡Déjamelos a mí! —levantó el dedo pulgar— ¡Yo también soy doctor! ¡Tú descansa con Elise!

—No sé si podré con lo movida que es.

Ambos se rieron, ajenos a los hechos que iban a acontecer aquel mismo día…

—¡Emergencia! ¡Una bomba ha explotado en un edificio!

Mori observó a Toyo.

—Pero me parece que hoy no va a poder ser… Lo siento.

—Lo has prometido —se cruzó de brazos enfadado.

—Te prometo que iré mañana, cuando todo esté controlado… ¿Ocurre algo?

Toyo estaba pálido, sin aliento. Parecía que estaba a punto de desmayarse.

Mori se giró hacia donde observaba su compañero.

Por la puerta entraba la señora Shige, en una silla de ruedas empujada por un enfermero…

Estaba completamente ensangrentada.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora