Capítulo 25: El mundo es un pañuelo

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Tras saludarse y pedir otra ronda de cafés, los tres se sentaron en una mesa.

—Y tras 7 años, el grupo vuelve a estar unido —sonrió Toyo mientras tomaba un sorbo de su café.

—¿Cómo te ha ido? —preguntó Shizuka.

—¿No ves que bien? No está muerto…

Mori no pudo terminar de hablar por la patada que le propinó Shizuka.

—La verdad es que ha sido agotador. No me extraña que no durases ni un año seguido, Ōgai.

La pareja guardó silencio. No querían comentarle las múltiples torturas que había sufrido él tanto en la academia como en el frente.

—Tenías razón. No estaba hecho para eso —sonrió Mori ante la mirada disimulada de Shizuka.

—¿Y vosotros qué tal? ¿Qué tal fue todo? —preguntó más a Shizuka que a Mori.

—Todo perfecto. Fue una niña.

—Espero que saliese a ti.

—¿Pero qué le pasa a mi cara? —preguntó dramáticamente Mori mientras se llevaba una mano al pecho.

Los dos se rieron ante la exageración del médico.

—Descuida, no se parece en nada a él físicamente. Son clavados en mentalidad, eso sí.

—Puff… Dos Ōgai Mori en casa…

Volvieron a reírse los dos.

—Como veo que hoy es el día mundial de 'Reírse de Mori', iré a por otro café.

—¡No, hombre! ¡Quédate! Para una vez que por fin estamos juntos los tres —le agarró de la bata Shizuka.

—Es cierto. Tenía muchas ganas de volver a discutir contigo.

Mori suspiró y volvió a tomar asiento. Aquella pausa se hizo más larga de lo que se suponía.

—Acabo de hablar con el directo y me he reincorporado. Mañana comenzaré a trabajar de nuevo.

—¿No vas a descansar?

Toyo bajó la cabeza.

—Tras volver de una guerra, lo mejor es tener la mente ocupada en otras cosas.

Mori asintió. Entendía perfectamente ese sentimiento.

—Por cierto, os he oído mencionar algo sobre “Edogawa” antes.

—Una mujer había venido con su hijo a mi consulta. Hirai Edogawa.

Toyo se quedó con la boca abierta.

—¡¿No me digas que no sabes quién es?!

Tanto Shizuka como Mori negaron con la cabeza al unísono.

—¡Qué suerte has tenido! Esa mujer es la mujer del mejor policía de Japón. Un eminente detective que puede resolver cualquier caso: Taro Edogawa. ¡Y tú has conocido a su mujer e hijo de primera mano! Ogai, a ti la suerte te persigue por todos los lados.

Por mucho que hiciese memoria, no conseguía encontrar ninguna conexión entre esa familia y él. A decir verdad, no quería volverse a encontrar con aquella mujer nunca más. Fue la primera persona que consiguió romper todos sus esquemas de un solo vistazo. Si así era la mujer, ¿cómo sería el marido?

¿Y el niño de ambos?

Años más tarde descubriría el verdadero significado de “el mundo es un pañuelo”.

♦♦♦

La vuelta de Toyo pareció llenar de calma el día a día en el hospital. Incluso la pequeña Elise le había cogido cariño, al que llamaba cariñosamente “tío Toyo”. El día de su cumpleaños los cuatro lo celebraron en la casa de los Mori. Toyo había regalado a la niña una muñeca parecida a ella, la cual no dejó de abrazar durante toda la noche.

Tras acostar a la niña, los tres bajaron al bar en el que solían estar antes de separarse y brindaron con sake antes de despedirse. Durante esos momentos, ellos eran ajenos a toda la guerra que les acechaba en el pasado. Solo estaban tres jóvenes que deseaban llegar a lo más alto en Medicina. Ahora eran tres jóvenes pulidos por la vida, con sus puestos de trabajo ya fijos, con una niña a la que alimentar y sin ninguna guerra que pudiese volver a separarlos…

En ese momento, la tele del bar, carente de sonido para no molestar, hablaba de una nueva epidemia peor que la gripe:

La tuberculosis.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora