Capítulo 31: Planeando lo imposible

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Tras aquel episodio, Elise pasó a vivir más a menudo con la señora Shige. Como Ōgai se negaba a ver a la niña tras abofetearla, decidí ser yo quien fuese a animarla. Recuerdo que la niña no dejó de llorar en todo lo que restó de día. Daba igual las tartas de chocolate que le preparase la señora Shige o las bromas que hacía para que se riese… Nunca dejó de llorar.

—Debes hablar con Ōgai inmediatamente. Esto no puede seguir así —me dijo un día la anciana.

Hablar con Ōgai aquellos días era un completo plan kamikaze.

—No creo que sea lo mejor, señora…

—La niña quiere verlo —me cortó.

Me sorprendí tras escuchar aquello. Pensé que Elise había cogido miedo a Ōgai, pero parece que no era así.

—Cree que todo es culpa suya y quiere ir a pedirle perdón… Mira, está haciendo varios dibujos para él.

Miré por la rendija de la puerta y la vi sentada en la sala de estar, con varias pinturas y folios. Pintaba con una gran sonrisa a pesar del cardenal en su mejilla. Ya había pasado dos semanas, pero parecía que el golpe fue bastante fuerte. Entré y me senté a su lado.

—Hola, Elise. ¿Qué haces?

La niña levantó la vista y pareció desilusionarse un poco. Seguro que esperaba que fuese su padre.

—Pintar.

—¿Puedo verlo?

Al principio se mostró reticente, pero terminó por entregarme un dibujo donde salía un monigote alto y uno bajito. Deduje que era Ōgai por el pelo negro y Elise por la mancha amarilla sobre su cabeza.

—¡Qué bonito!

—¿De verdad?

—¡Sí! ¡Seguro que a Ōgai le gustará mucho!

—¡Qué bien! —sonrió la niña.

—Por cierto… ¿Solo dibujas a los dos?

Toyo, imbécil… ¿Por qué le preguntas eso a una niña?

—Es que… Si dibujo a mamá… Papá se pondrá triste.

Sentí pena por la niña, pero tenía razón. Cualquier mención de Shizuka haría que Ōgai montase en cólera.

—¿Y cuándo se los darás?

—Cuando venga a casa.

No quería decirle que Ōgai puede que nunca más volviera. No tenía fuerzas para hacerlo, por mucho que yo insistiese. Pero, tal y como me prometí, haría feliz a la niña costara lo que costase: todo por Shizuka.

—¿Qué te parece si te ayudo? Hagamos un plan: yo lo convenzo para que venga a casa y le das la sorpresa.

—¡¿Lo harás, Toyo?! —los ojos de la niña se iluminaron.

—Por supuesto.

La niña dio saltos de alegría en la sala.

Ōgai, la verdad es que tienes la mejor hija que se puede tener…

Ahora, solo me queda engañar al terco de su padre.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora