Capítulo 23: El dilema de la barba

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La pereza era absoluta cuando había que afeitarse. Aunque fueran tres patéticos pelos, Shizuka lo encontraba bastante molesto. Incluso la pequeña Elise se quejaba cada vez que la daba un beso después de volver del colegio:

—¡Joo, papá! ¡Pinchas! —solía quejarse la niña.

Así que allí se encontraba, en el cuarto de baño intentando afeitarse esos tres pelos que tantos cortes con la maquinilla le había producido.

—¿Puedo pasar?

Ante la afirmación de Mori, Shizuka entró en el baño.

—Me alegro que por fin te haya dado por afeitarte.

—¿Querías algo? —preguntó mientras intentaba afeitarse el bigote sin llevarse la nariz por delante.

Pudo ver el reflejo de Shizuka en el espejo. Por alguna causa que desconocía, se había quedado pálida, algo que asustó al médico.

—¿Te encuentras bien? —preguntó mientras se giraba para sostenerla por si se caía.

—Tu cuerpo…

Mori miró hacia donde señalaba la joven. Acababa de salir de la ducha, por lo que se encontraba desnudo de cintura para arriba. Nunca tomó en consideración todas las cicatrices que cursaban sobre su pecho y espalda a causa de las clases de “educación” del capitán militar de cuando estuvo en el ejército. Y tampoco quiso preocupar a Shizuka por ello.

—¿Eso es de…?

—Sí.

¿Para qué engañarnos llegados a este punto?

—No me habías dicho nada… Podrías denunciarlo.

—¿Un niñato que se las daba de médico contra el amigo del emperador de Japón? Sí, creo que hubiese ganado con creces el juicio —sonrió.

La joven se acercó y pasó un dedo por una de las cicatrices.

—¿No te duele?

—Llegó un momento que ni me molestaban.

Mori decidió callarse aquellas noches donde se le hacía insoportable tumbarse en el jergón por culpa de las ampollas que tenía en cada una de las heridas. Era precisamente en aquellas noches donde más echaba de menos su vida anterior como médico, tomando copas con Shizuka y Toyo tras una operación bien hecha.

—¿Por qué no me dijiste nada?

—La respuesta es bien clara.

—¿Le harán lo mismo a él?

—¿A quién?

—A Toyo. Fue llamado a filas antes de que regresases.

Mori recordó aquella cara familiar que vio en el puerto mientras subía al barco rumbo otra vez a Japón.

Así que era él…

—La cosa estaba muy complicada y obligaban a todos los médicos existentes a partir al frente. Toyo no quería dejarme sola mientras estaba embarazada de Elise, pero no tuvo más remedio que irse.

Varias lágrimas afloraron en los ojos de la doctora imaginándose qué tipos de torturas le tocaría soportar a su amigo. Mori dejó la maquinilla en la pila y la abrazó.

—Seguro que no le ocurrirá nada. Toyo no es como yo. Yo era un cabezota que quería hacer lo que a él le saliese de las narices y por eso tuvieron que castigarme. Toyo es muy lameculos.

—¡Oye! —lo empujó Shizuka.

Con gran rapidez, tomó la manguera de la ducha y enchufó al médico.

—Para que vuelvas a meterte con nuestro amigo —se rió la joven.

—Conque esas tenemos, ¿eh? —sonrió maquiavélicamente al tiempo que la enchufaba con un bote de champú.

La pelea atrajo a la niña, quien aún estaba envuelta en su pijama rosa y en su mantita de princesas. Soltó un bostezo y cuando observó a sus dos padres en aquellas condiciones (su madre cubierta de champú y su padre mojado hasta los calcetines), no dudó en unirse ella también.

—¡Yo también quiero!

—¿Ah, sí? —Mori la enchufó con el champú—. Creo recordar que ayer no te bañaste.

—Y que no se te olvide el aclarado —y Shizuka la mojó con un disparo certero de la manguera.

Conclusión de la pelea: los tres terminaron juntos bañándose en la enorme bañera aquella mañana tras poner varias lavadoras.

—Papá —llamó la atención la niña al padre tras sumergir la cabeza en la bañera.

—Dime.

—Pinchas.

De ese día no pasaba sin afeitarse.

Tras conseguir secarse y limpiar algo el baño encharcado, por suertes decidieron quién llevaría a Elise al colegio. “Por suertes” significaba siempre que Mori debía llevarla al colegio. Si se le ocurría intentar quejarse, siempre saldría la típica jugada maestra de Shizuka:

—Tú siempre dices que hay que respetar la jerarquía. Yo soy tu jefa y la única doctora de esta familia, ¿no?

Mori no tenía respuesta para aquello.

Quien calla, otorga.

Pero ahora debía pensar más la respuesta que le daría a la profesora por llegar hora y media tarde Elise a clase, y la verdad no era lo más efectivo en ese momento.

BSD || Ōgai Mori: The Darkest EraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora