Más que Hermanos((COMPLETA))#3

Capítulo Dos. Prácticas en España

Hassan se acercó a mí y me abrazó. El contacto con él me tranquilizaba en la mayoría de los casos pero no en aquel.

-No quiero que pierdas el tiempo viniendo a verme, Hassan.

-¿Perder el tiempo?. Eres mi hermana, Helen. No hay nadie más importante para mí que tú.

Sí, era su hermana pero, aunque no fuese de sangre, él nunca sería capaz de verme como algo más y eso, después de pasarse una vida amándolo, dolía.

¿Quizás mi premonición haya sido incierta?. ¿Será capaz de amarme algún día?.

Cuando me despedí de Hassan en el aeropuerto, la vida se me hizo un mundo. No tenía ni una pizca de ganas de ir, de hecho, había pensado incluso en no despedirme de él pero sus súplicas por acompañarlo fueron tan intensas que acabé cediendo.

-Nos vemos pronto, hermanita. Tan pronto pueda, cogeré el primer vuelo a Marrakech.

-Céntrate en tus estudios, Hassan. No quiero que los descuides por mi culpa.

-Eres un sol, Helen pero ya sabes que....

-Harás lo que te venga en gana-sonreí tristemente-.

-Así es.

El camino de vuelta a casa estuvo inmerso en dudas y pensamientos. Mis padres estaban tristes, al igual que yo y pensaban en el devenir de mi hermano. El síndrome del nido vacío lo llamaría yo y es que criar a un hijo por tantos años para luego verlo irse era un mal que afectaba a cualquier padre.

-No te preocupes, papá. Dos años no es una eternidad.

Ambos tenían un afecto muy intenso hacia Hassan pero mi padre era increíblemente responsable en cuanto a su felicidad. Se lo había prometido a Fiona y no quería faltarle a la palabra.

-Lo sé, cielo. Aún así cuesta.

-Todo irá bien-le dí un besito en la cara-.

Los días pasaron y a pesar de mi desazón, mis notas finales de medicina no se vieron perjudicadas.

-Te doy la enhorabuena, Helen. Siempre confié en que te convertirías en una gran médica.

-Tío Lazard, soy médica pero aún me falta la especialización y mis prácticas.  Todavía no puede decirse que vaya a ser buena o mala.

-¿Aún no lo has visto?.

-Ya sabes que las decisiones pueden cambiar mis visiones.

-Cierto. No te veo contenta de todos modos.

-Todos echamos de menos a Hassan, tío. Soñaba con que ambos celebrásemos nuestros éxitos juntos.

-Y supongo que tu viejo tío no suple la falta, ¿verdad?.

-También te echaré de menos cuando llegue el momento.

Lo abracé con cariño. Tío Lazard era una persona entrañable y sabia que tenía la habilidad de curar a la gente. No sólo de forma física sino también emocional. Y yo lo admiraba profundamente por las lecciones de vida que a todos nos daba cada día que pasaba. Sobretodo, desde que a  la pobre Aisha se le había apagado la vida. Sufrieron mucho, en especial Ali que la tenía como a una hermana pero Lazard fue capaz de comprender que su paso por la Tierra había finalizado y que debíamos continuar con nuestro camino de rosas y espinas en este mundo.

El hecho de saber que aún le quedaban unos cuantos años junto a nosotros, me hacía feliz. Él era el único que entendía mi don.

-¿En qué tiene pensado mi sobrina preferida especializarse?.

-Tío Alí, me alegro mucho de verte. ¿Qué tal os ha ido en Madagascar?.

Alí y mi tía pasaban poco tiempo en Marrakech. Se habían acosumbrado tanto a viajar que ahora les resultaba extraño dejar de seguir haciéndolo. De ese modo le hacían un favor a mis padres visitando los hoteles Alfasi y revisando como iban funcionando.

-Muy bien, Helen. Hubiésemos alargado la estancia pero no nos queríamos perder tu graduación.

-Gracias por estar aquí.

Todo el mundo estaba allí menos Hassan....

Pero no podía quejarme, ellos eran mi gente, a los que amaba y adoraba y me daban fuerzas y ánimos. Sin ellos no hubiese salido adelante con mi a veces estresante carrera.

-Helen, ¿te apuntas a salir con nosotros de fiesta?.

Mi compañera de universidad  Liana me hablaba. No era asidua a las reuniones universitarias y en realidad no es que me apeteciese mucho ir así que traté de darle largas.

-He quedado con mi familia para celebrarlo, Liana.

-También yo con la mía pero saldremos después por el Gueliz.

-¿Alcohol y música atronadora?.

-Exactamente.

-Te llamaré más tarde si finalmente me decido, ¿sí?.

-Está bien-puso los ojos en blanco-. Me costará más convencerte que aprobar medicina.

Reí con su comentario pues no le faltaba razón. Era cabezota como yo sola y no me gustaba invertir mi tiempo bajando mi vibración bebiendo alcohol sin ninguna clase de control.

Nunca llegué a llamarla, tampoco volví a verla.

El verano lo pasé viajando con mis padres por los hoteles Alfasi que se habían expandido considerablemente. Fuímos de Lisboa a Japón de puerto en puerto, como los antiguos marineros, siendo una de las experiencias más bonitas que viví junto a ellos.

Al volver a Marruecos, una noticia sobre mi hermano cambió mi destino para siempre.

-Hola, Helen. ¿Qué tal estás?. ¿Cómo han ido esas vacaciones?.

La alegre voz de mi hermano se escuchaba al otro lado de mi teléfono móvil.

-Bastante intensas. Me ha encantado conocer tantos países y culturas. Siento que no hayas podido venir.

-Me hubiese encantado y me fastidió mucho tener que decirle que no a nuestros padres pero fue imposible conseguir tantos días de vacaciones. Estoy cansado la verdad.

-Ya habrá tiempo para ello Hassan.

-¿Qué tal con tu especialización?. ¿La has decidido ya?.

-Oncología Infantil.

-¿En serio?. Eso es muy duro,Helen.

-Lo sé pero estudié medicina para salvar vidas,no para sentarme en una consulta a recetar ibuprofenos a diestro y siniestro.

-Te admiro tanto, Helen....

-No me admires tanto, hermano. Tener ídolos  no es sano para el alma.

-¿Es Helen?.

La voz de Laura se escuchaba por detrás. Me pareció lógico que así fuese puesto que, aunque no eran novios,  ahora trabajaban juntos. O eso decía Hassan.

-Sí, es Helen-le contestó-.

-¿Qué ha dicho?. ¿Ha aceptado?.

-¿Aceptar el qué, Hassan?.

-Laura y yo nos vamos  a casar.

-¿Qué?.

-Y queríamos que fueses nuestra madrina de boda.

Me quedé en shock con la noticia. Supongo que es lo malo de no querer indagar en la mente de Hassan. No me enteraba de las cosas y después, venían  las sorpresas. Y esta era una de las más desagradables de cuantas había recibido.

-¿Qué dices, Helen?-me habló Laura-.

¿Qué digo?.

Muchas cosas y casi ninguna bonita