Capítulo Cinco. De Nuevo el Norte.

3.4K 397 2
                                    

Si lo que queríamos era armonía familiar, yo debía irme de Marruecos antes de que Hassan y Laura llegasen. Nunca había visto nada tan claro y me importaba una mierda el futuro. Eso también lo había decidido tan pronto miré a los ojos a mi profesor.

No más premoniciones, no más extraños poderes.

Cada vez que pasaba delante de la terraza donde había conocido a Kilian, me acordaba de nuestra agradable conversación. Inocentemente, me paraba a tomar el café cada día en la confitería buscándolo con la mirada pero él nunca aparecía. Con el tiempo, dejé de pasar por allí cansada de esperar por un recuerdo.

Llevaba dos meses viviendo en Oviedo, estudiando mi especialidad en la Universidad de la ciudad. Ciertamente, mis compañeros eran muy agradables e hice muy buenas migas con todos ellos desde el principio o más bien desde que la frontera del idioma se hizo más tenue. Hablaba árabe, inglés y francés pero el español tuve que aprenderlo in situ tras mucho escuchar y leer en el idioma.

-Helen, ¿te apetece venir esta noche de fiesta?.

-Sara, se que soy joven y debería disfrutar de la noche y esas cosas pero debo estudiar para el examen del lunes. Una resaca no creo que me siente bien.

-Mujer, tan sólo van a ser un par de copas.

-¿Crees qué un cuerpo de cincuenta kilos sólo acostumbrada a beber vino del bueno será capaz de aguantar un par de gin-tonics?.

-No te librarás de mí después de los exámenes.

-Haré lo posible para hacerlo-le sonreí-.

Todas las tardes me iba a estudiar a una biblioteca cercana a mi casa pues en ella no era capaz de concentrarme.  Acostumbrada al constante alboroto que solía haber en mi hogar marroquí, el silencio de la soledad se me hacía demasiado denso para focalizar mis pensamientos de forma adecuada.

Mi beca estaba bien dotada de dinero y mis padres ayudaban bastante por lo que creí que la mejor opción era estar sola pero, en los últimos días había considerado la idea de compartir piso siendo ya asidua a mirar los tablones de anuncios de la universidad.

-¿Buscando piso?.

Rober era alto, guapo y amigable pero no dejaba de ser un crío lejano a haber superado su adolescencia. El típico compañero insoportable que no dejaba de hacer bromas constantemente mientras los profesores se desgañitaban por explicarnos las cosas. ¿Lo peor de todo?. Es que a pesar de haber bloqueado mis visiones, seguía teniendo intuición femenina y estaba segura de que trataba de pretenderme.

-Ya tengo piso, Rober.

-¿Entonces por qué tanto interés?. Todos los días te veo mirando el tablón de anuncios.

-Creía que en este país había una ley de protección de datos.

-Y la hay pero, ¿qué tiene que ver eso?.

-Con que deberían encerrar a la gente chismosa como tú. ¿Tanto tiempo libre tienes para estar mirando lo que hago o dejo de hacer?.

No era la primera vez que me venía con algo del estilo y me daba la sensación de que me perseguía con su mirada cada vez que tenía la oportunidad.

-No quería molestarte, Helen.

-Pues deja de vigilarme, idiota.

Cabreada con el mundo y dispuesta a mandar al carajo a cualquiera que me viniese con una tontería, por mínima que fuese, me dí de bruces con uno de mis profesores de oncología.

-Señorita Alfasi, debería mirar por donde va.

-Lo siento, profesor. Sé que debería mirar al frente pero hay veces en las que una no puede evitar contar baldosas.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora