Capítulo Treinta. El Médico

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Por un momento, todo parecía demasiado tenso pero la cumbre de la tensión vino cuando descorrió las cortinas y lo ví.

-¿Tú?. ¿Qué haces aquí?.

Puto destino caprichoso...

-¡Aleja tus manos de mi tobillo, idiota!. Vengo cabreada y tienes todas las de perder.

-Helen....yo. Me he sentido tan mal durante estos años.

-Rober, ¿en serio?. ¡Vete a la mierda!.

Sí, Rober. El mismo que había intentado violarme hacía muchos años en aquella fiesta de la Universidad. Me levantè de la camilla y salí corriendo o eso intenté porque fue posar el pie en el suelo y ver las estrellas.

-Helen, ¿qué es lo que pasa?.

Kilian entró corriendo en la consulta con la enfermera/recepcionista siguiendole los pies.

-No puede pasar, señor-le decía-.

-Si mi esposa grita, yo entro. ¿Lo entiende?.

-Hande-dijo Rober-déjalo pasar. Son conocidos-explicó cuando vio la cortinilla abierta-.

-¿Se encuentra bien,Rober?.

-Todo está bien. Cierre la puerta al salir, por favor.

Tener que romperme un tobillo en aquel preciso momento era fastidioso pero saber que tenía que ponerme en manos de Rober sí o sí para que me lo curase era deprimente. Hería mi ego como casi ninguna cosa lo había hecho nunca.

-¿Qué está pasando aquí, doctor?.

Mi marido se cruzó de brazos en frente de él. Estaba furioso como era normal. ¿Dejar a tu esposa en el médico y encontrarse con semejante cuadro?. ¿Por qué todos mis maridos querían pegar a Rober?. Daba igual. Yo también quería hacerlo.

-Yo te diré lo que pasa. Este médico, estudió conmigo en la Universidad. Supongo que me reconoció por la voz y por eso destapó la cortina.

No quería que saliésemos todos a golpes del lugar. El tobillo dolía y si contaba el detalle de la fiesta, seguramente Kilian acabase pegándolo.

Y tú también lo harías....

Sí, le pegaría...

-En realidad, te reconocí por tu tobillera.

-¿Mi tobillera?.

Un regalo de Lazard de hacía varios años. Una pulsera de plata decorada con turquesas y manos de Fátima. Hacía tanto que la llevaba puesta que ni me acordaba de ella.

-Ya sabía yo que me perseguías bastante en la Universidad.

-Eras la única que llevaba esas cosas, Helen. ¿Cómo no fijarme?.

Al ver la cara de circunstancia de Kilian, decidí atajar el problema de raíz para no dar explicaciones aunque eso fuese retrasar el momento de darlas.

-Rober, me caes mal pero tengo el tobillo roto y no conozco otro médico aqui así que, ¿te importaría vendarme el puñetero pie de una vez?. Creo que serás capaz de hacerme un apaño hasta que llegue a casa.

-Por supuesto. Él debe irse-miró a Kilian-.

-Él se queda.

-Helen, en esta zona, los hombres y las mujeres no pueden estar juntos en una consulta. Sé que es denigrante y retrógrado pero me gano la vida así y no quiero perder a mi clientela por culpa de un despiste.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora