Capítulo Veintinueve. Un Tobillo Roto en Estambul

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Entre mis manos, rosas fucsias, blancas y jazmines; al fondo, un atardecer naranja teñido de nubes oscuras; a mi lado, mi viejo padre sonriendo y a mis espaldas, toda la gente que amaba viéndome decir el "sí, quiero" al hombre que ahora era mi marido; Kilian Jones.

Casarnos, no fue una decisión rápida, ni loca o inconsciente sino más bien un acto de amor que realizamos unos dos años después de darnos nuestro primer beso en una pequeña boda celebrada en los alrededores de la casa de mi suegro.

Parecía absurdo pero, dos veces me había casado y dos veces en la misma isla. En apenas tres kilómetros escasos, había ofrecido mi vida a los dos hombres que más había amado en mi vida. Lejos de parecerme triste, me parecía bonito. Creo que aprendí a recordar a Rubén con cariño con el paso de los años. Su recuerdo ya no dolía. Había sido un gran hombre, ¿por qué desterrarlo?.

En un momento de relax de nuestra fiesta de bodas, me acerqué a un acantilado cercano con mi ramo de flores. No quise dárselo a nadie, ¿para qué?. ¿Tradiciones absurdas que no llevaban a nada?. Yo tenía un mejor fin para él. Bajé por las rocas, por suerte, había un pequeño camino, un camino que llevaba muchos años sin pisar. Por allí había bajado con Rubén el día de nuestra boda.

El agua era calma, como casi siempre en el mediterráneo y el sol brillaba en el lo más alto del cielo haciendo brillar aún más las transparencias del mar. Allí, mirando al lejano horizonte, hablé por primera vez al viento de mis sentimientos.

"Rubén, apareciste en mi vida para curarme las heridas y las sanaste pero tu ausencia me quebró, me llenó se dolor y de un dolor nuevo; el dolor de perder al amor. Ahora, después de tanto, puedo hablarte y decirte que, estés donde estés, jamás dejaré de amarte pero mi vida sigue....

Viviré la vida que no pude vivir contigo junto a Kilian, al que amo tanto como a tí. ¿Quién dijo que no se podía amar a dos hombres?.

Le hablaré de tí a nuestro hijo cuando llegue el momento, aunque sospecho que él ya lo sabe. Nunca se olvidará de tí, siempre sabrá lo buena persona que era su padre y si aún sigues vivo en algún lugar de este planeta, espero volver a encontrarte de nuevo.

Estas flores son para tí pues, si lo que dicen es cierto, ya no estás entre los vivos. Que las flores te guíen por tu sendero.

Te amo".

Puse el ramo de flores sobre el agua y este se fue alejando meciéndose con el baile suave del mar, caminando hacia el horizonte, llevándole mis palabras a Rubén. Una pequeña lágrima me resbaló por la mejilla y fue precisamente mi marido quien me la limpió. Kilian no dijo nada, tan sólo me abrazó y me dio un beso en la mejilla.

-Tómate el tiempo que necesites, Helen. Tan sólo quería saber si estabas bien.

-Gracias-susurré casi al mismo tiempo de darle otro beso en la mejilla-.

No me tomó más de cinco minutos despedirme de Rubén. Las flores se alejaban al igual que él de mi vida.

-Creo que una fiesta nos espera-sonreí a mi marido-.

-Tu suegro está haciendo sardinas a la parrilla para todo el mundo para horror de tu tío Lazard.

-¿En serio?. El pobre Lazard y su dieta alcalina. No es por nada pero, a la vista está que funciona. A veces me pregunto si no se estará haciendo inmortal.

-Y te encanraría, ¿verdad?.

-Por supuesto. El viejo Lazard siempre ha sido más que un tío para mí. El abuelo paterno que nunca llegué a conocer y del que todos hablan.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora