"Yo También te Quiero"

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Quedé con Celia, mi vieja amiga y compañera de juegos para salir a comer juntos una semana antes de enterarme de que Helen era la misteriosa huésped de mi padre.

Estaba de vacaciones en la isla, visitando a sus padres y por primera vez en muchos años, habíamos coincidido. Me hacía especial ilusión verla, compartir con ella la tarde y ponernos al día de nuestras vidas pero nada más lejos de mantener nuestra amistad.

Durante nuestra infancia, los padres de ambos habían insistido en que seríamos más que amigos en nuestra adultez. Yo no lo creía pero intuía que Celia había llegado a interiorizarlo un poco. Eso me llevó a mantener siempre las distancias. A pesar de todo, seguía manteniendo el contacto con ella pero cuando llegó el momento de salir a comer juntos, mis ganas eran pocas. Prefería disfrutar de los pocos días que me quedaban junto a Helen en Menorca.

Por esa razón, me di la vuelta cuando caminaba hacia la civilización donde Celia me esperaba. La llamaría, poniéndole cualquier excusa para anular nuestra cita. No era algo típico de mí. Mi madre siempre me había enseñado a respetar a las mujeres y yo lo hacía pero, ¿acaso el amor no era el sentimiento más loco de todos?.

Subí las escaleras de la casa de mi padre para llamar a la puerta de Helen pero escuché su voz. Hablaba con alguien por teléfono. Esperé allí para no ser maleducado.

-Eres demasiado bueno-escuché que Helen decía-.

-Yo también te quiero, Hassan. Nos vemos en breve.

Te quiero, Hassan.

A veces nos herimos el ego o los sentimientos a nosotros mismos de una forma demasiado rápida pero escuchar como Helen decía aquellas palabras, llenas de verdad a su marido, hizo que cambiase rápido de opinión sobre la comida con Celia.

Llegué una hora tarde, con la cabeza llena de dudas y con el corazón destrozado. Helen nunca sería para mí. Ella tenía a su marido y amaba demasiado a su pareja desaparecida. ¿Quién era yo para meter las narices en su vida?.

-Kilian, estás igual de guapo que siempre. Parece que los años no pasen por tí.

-Celia, me alegro de verte.

Podría estar dolido pero nunca vería a Celia como otra cosa que no fuese una buena amiga. Y eso que me pasé gran parte del día escuchando como trataba de regalarme los oídos e incluso la vista. Era una misión fácil; Una noche de sexo para olvidar pero esa facilidad implicaba hacerme daño a mí mismo y lo que es peor: a mi amiga.

Nunca había sido de esos. Jamás me había acostado con ninguna mujer con la que no tuviese al menos una fuerte conexión y no sentía nada de eso por mi amiga.

Sobre las ocho de la tarde, y tras una sobremesa en uno de los bares de la zona con amigos en común, decidí retirarme. A veces, cuando estaba pensativo, me relajaba mientras veía la puesta de sol.

-Te acompaño-anunció Celia-.

-No hace falta, Celia. Me gustaría caminar.

-A mí también. Hemos comido tanto que creo que un buen paseo hasta la cala me vendrá bien. Además, mi padre ha quedado con el tuyo para pescar esta noche. No tendrás que temer por mí.

Una vez más,  por no ser maleducado, accedí a su ofrecimiento aunque en realidad, ansiaba decirle que no tenía más ganas de hablar con ella, que tan sólo quería pensar.

-¿Qué hay del viejo Jordi?. Mi padre me ha dicho que ha recuperado su antiguo humor. ¿Cómo ha cambiado tan repentinamente?.

-Un ángel apareció a su puerta-sonreí-.

-¿Cómo un ángel?.

-Una de sus inquilinas le plantó cara un día y le hizo hornear ensaimadas una noche entera.

-¡Qué dices, Kilian!-rió-. ¡Siempre riéndote de mí!.

-No es broma. Helen tiene mucho genio e ímpetu por salvar a las personas.

-¿Quién es Helen?.

-La inquilina de mi padre-puse los ojos en blanco-. Ya te lo he dicho.

-Puede que el viejo Jordi encuentre al fin a alguien que llene su corazón.

-¿A alguien que llene su corazón?. ¿Qué dices, Celia?. ¡Helen debe tener como mucho veintisiete años!.

-¿Tan joven?. Pensé que era no se...

-¿Vieja?.

-Sí.

-No lo es. Es más allí viene caminando.

Estuve a punto de saludarla cuando la vi caminar tan bella como siempre con un vestido de lino blanco que dejaba ver su espléndida figura pero, de repente, Celia me tomó por el cuello y me besó.

-¿Qué coño haces, Celia?. Entiende que entre tú y yo nunca habrá más que una buena amistad.

Miré al frente y vi a Helen correr por el camino a lo lejos.

-¡Helen!. ¡Helen!.

No había Helen posible. No miró atrás pero yo no cesé en mi empeño. Fuí lo más rápido posible tras de ella, dejando a Celia con cara de circunstancia a mis espaldas.

Para ir sobre arena, Helen se movía demasiado rápido y no fue hasta casi en frente de casa de mi padre donde logré alcanzarla.

-Helen-la tomé por el brazo-.

-¿Qué es lo que quieres, Kilian?.

Se dió la vuelta y pude ver un rostro lleno de lágrimas, de sufrimiento.

-Yo no quería hacerte daño, Helen. Creeme que ha sido un malentendido. Celia me besó cuando te vió aparecer. Lleva toda una vida enamorada de mí. No iba a quedar con ella pero cuando te escuché diciéndole "te quiero" a tu marido supuse que debía seguir otro camino. Ahora sé que me equivoqué.

-¡Maldito, idiota!. ¿Sabes qué mi marido es mi hermano?. ¡Por su puesto que lo quiero!.

-¿Cómo tu hermano?.

-Mi verdadero marido desapareció en Sudáfrica, yo estaba embarazada de él y Hassan se ofreció a ser el padre de mi hijo. No es hermano de sangre sino adoptivo. No me creas tan deprimente. Y en realidad, me da exactamente igual quien coño ha besado a quien. Nuestro tiempo ya se ha perdido.

-¿Cómo perdido?.

-Cuando te conocí en Oviedo era nuestro tiempo, tú decidiste seguir tu camino y yo seguí el mío. No hay más que eso.

Se dió media vuelta pero yo no podía consentir estar a mal con ella.

-Quizás pienses, Helen, que no te tengo respeto, que nunca tuve ni el mínimo sentimiento de amor por tí pero nada más lejos de la realidad. Hace años te vi en Tailandia, cuando los cocos cayeron sobre tí.

En ese momento se paró de súbito y yo proseguí hablando.

-Iba a ir a socorrerte, a verte, llevaba mucho tiempo pensando en tí, deseando que llegase el momento de poder volver a encontrarte pero cuando ví a aquel hombre que iba contigo mirándote con todo el amor del mundo, supe que no podía privarte de ello. Te amaba tanto que prefería verte en brazos de otro feliz aún a pesar de mi propia felicidad.

-¿Me viste en Tailandia?. Sabía que eras tú. ¿Por qué coño no viniste, Kilian?. ¿Tienes idea de cuánto he sufrido y aún sigo sufriendo por Rubén?. Quizás si te hubieses mostrado, me hubiese evitado toda esta mierda.

Se desplomó sobre la arena y yo fuí a abrazarla. Temblaba, sufría por todo el dolor que llevaba dentro.

-Yo te acompañaré a Sudáfrica.

-¿Y si encuentro allí a Rubén?. ¿Qué harás?.

-Darte la mayor de las bendiciones y alegrarme por tí.

Le dí un beso en la frente, mientras lloraba. Se durmió mientras la calmaba. En volandas, la llevé hasta su cuarto donde la arropé con todo el amor del mundo.

Helen iría a Sudáfrica. Si encontraba a su amor, me sentiría bien por ella pero si de lo contrario recibía malas noticias, yo sería su paño de lágrimas. Me quisiera o no me quisiera.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora