Capítulo Diecisiete. Citronella

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Marqué el número de teléfono rápidamente temerosa de que tuviese que darme alguna mala noticia relacionada con mi familia.

-¿Hassan?. ¿Qué es lo que pasa?.

-Tengo algo muy importante que contarte.

Su voz era triste, incluso lloraba. ¿Qué habría pasado?. ¿Qué era lo qué Hassan quería contarme?.

No todo iba a ser un sueño....

-¡¿Qué?!. Hassan, por favor, ¿Puedes decírme qué pasa de un vez por todas?.

-No puedo creerlo...

-Hassan, si no me lo cuentas, te juro por nuestros abuelos que te arrancaré las palabras de tus entrañas si esa es la única forma que tengo para que me lo digas....

-Es Gabrielle. No sabemos qué es lo que tiene.

-¿Ni siquiera Lazard?. ¿Qué le ocurre?.

-Su rostro es ceniciento y constantemente es presa de los espasmos. No sabemos que hacer.

-Iré a Marrakech esta misma tarde-dije sin pensar-.

-Laura no está bien, tampoco mamá. No se si será buena idea.

-¿Para qué me llamas entonces?. ¿Para decirme que mi sobrino está mal y qué nada puede hacerse por él?. Te llamaré en cuanto llegue.

Colgué sin más. Fuese lo que fuese, mi sobrino no podía sufrir y si en mis manos estaba salvarlo, aunque no supiese muy bien como, acudiría a él gustosamente.

-¿Qué pasa, Helen?.

-Mi sobrino no está bien. Por lo que Hassan me cuenta ni el mismo Lazard sabe qué hacer con él. Su salud no es buena.

-Viajaremos a Marruecos tan pronto encuentre billete. Salvaremos a tu sobrino, ¿de acuerdo?.

-Me siento mal, Rubén. Ahora que había logrado empatizar con Jordi, cuando todo iba tan bien....

-Jordi lo entenderá. Iremos a despedirnos antes de viajar. Y si todo sale bien, volveremos para que sigas salvando a ese viejo cascarrabias.

Le sonreí aunque preocupada. De no haber tenido a Rubén a mi lado en aquel momento, no habría sabido como gestionar aquella maraña de sentimientos que fluían en mi corazón.

Tras encontrar un vuelo a la mañana siguiente y meter en las maletas la ropa justa, salí a decirle adiós a mi vecino.

-Jordi, ¿cómo estás?.

-Habíamos quedado para mañana.

Observé desde el quicio de la puerta como tenía reposando sobre la encimera de su cocina, una serie de masas madre que supuse eran para nuestra clase del día siguiente.

-He tenido un percance, Jordi. Mi sobrino de Marrakech está enfermo y he de ir a verlo. Es muy pequeño, apenas un bebé.

El rostro de Jordi se desdibujó y yo me sentí tremendamente culpable por ello. El pobre hombre había estado haciendo los preparativos con toda la delicadeza e ilusión de la que disponía y ahora, yo lo dejaba tirado a un lado.

-Has de ir con él, Helen-dijo con tristeza-.

-Veo que has preparado todas las masas. ¿Pueden usarse ahora?.

-Por supuesto que sí. ¿Por qué lo preguntas?.

-Tengo entendido que los confiteros trabajáis de noche y si te digo la verdad, me vendría bien poder entretenerme en algo hasta que llegue la hora de salir al aeropuerto. ¿Te parece que adelantemos la cita?.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora