Capítulo Veintitrés. Una Boda no Real

2.7K 339 12
                                    

Cuando desperté, volví a llorar por haber perdido tanto en tan poco tiempo. Kilian podría ser amor pero nadie sabía donde estaba, Rubén ya no era para mí.....

Al final el sueño se cumple: Hassan y yo siendo marido y mujer. Asimilaría el cariño como algo bueno. Menos daba una piedra y yo necesitaba un padre para mi hijo.

Nunca en peor momento, Hassan. Siempre pensé que te amaba. Nada más lejos de mi corazón.

Llevaba un año y medio casada con Hassan Una "no boda" absurda a la que todos nuestros familiares acudieron atónitos. Todos excepto Lazard, siendo el único que sabía la absoluta verdad.

-El pequeño Lazard ya casi está a punto de empezar a caminar.

-Así es, Hassan. Ha pasado tan rápido el tiempo que me parece mentira que él sea real. Y cada vez se parece más a su padre-suspiré-.

Ninguna noticia sobre Rubén había venido a mí. Traté de investigar todo lo que pude, incluso acudí a la embajada pero él estaba desaparecido, nadie sabía nada sobre él y, cada vez que miraba a mi hijo, me dolía más y más ver lo mucho que se parecía a mi verdadero marido.

El ficticio, es decir mi hermano, apenas aparecía por casa debido a su trabajo aunque compartíamos nuestros días de descanso-los pocos en realidad-para pasar tiempo junto a Lazard Alfasi, "nuestro" hijo.

La más pequeña de las hijas de mi tío Alí, solía cuidarlo durante mi horario de trabajo y me gustaba ver las buenas migas que hacían juntos. Llegaba a veces a pensar si sería buena madre. Invertía mucho tiempo trabajando con la única misión de olvidar el dolor que llevaba casi dos años albergando dentro.

Como mi sueño predijo, Hassan era un buen marido, una buena persona que me daba todo lo que necesitaba pero a veces llegaba más tarde de lo habitual a casa oliendo a whisky y perfume de mujer. No lo juzgaba, ni lo más mínimo, pues para él, tampoco era fácil no ver a su hijo más que dos veces al año. Gabriel ahora vivía en Suecia, junto a su madre y el doctor Zebough, con quien se había fugado y quien me envió una carta disculpándose por haberse entrometido en el matrimonio de mi hermano. Lo agradecí y se que, de haberme atrevido, Hassan lo hubiese entendido pero me costaba demasiado confesarle que llevaba en posesión de la verdad desde hacía bastante tiempo.

Siendo sinceros, Zebough no me debia ninguna disculpa, ¿acaso el amor no es ciego?. Pero hubiese esperado alguna por parte de Laura, una que nunca llegó. No hacía mí, ni hacía mi familia.

Así iban las cosas. Tanto tiempo soñando con casarme con Hassan para, llegado el momento, sufrir por otro hombre del que no sabía nada. Todos los sentimientos de amor no fraternal se habían esfumado como por arte de magia haciéndome ver que tan sólo había sido un convencimiento propio, un sentimiento erróneo que yo había inculcado dentro de mí al habernos visto casados siendo yo muy pequeña.

De todos modos, y a pesar de que mis padres estuviesen ya hechos a la idea de tener un nieto de sus dos hijos, Marrakech empezaba a agobiarme. Echaba de menos viajar, empezar de nuevo, volver a la vida nómada.

Mis súplicas no llegaron demasiado tarde. A Hassan le habían ofrecido un nuevo puesto como chef principal en Londres. No era una ciudad desconocida, mis abuelos pasaban allí grandes temporadas viviendo e íbamos a verlos muy a menudo cuando éramos pequeños pero me pareció una gran oportunidad de cambio.

Mi jefe, se negó al principio a que me fuera pero, al final, acabó convenciéndome con un nuevo puesto en su centro de Londres.

Así, un mes después, estábamos instalados en Londres, con trabajo y con nuestro pequeño matriculado en una escuela infantil cercana al hospital.

Acostumbrarse de nuevo a tus compañeros, podía resultar tedioso a veces pero opté por la opción rápida y eficaz de no perder el tiempo conociendo a aquellos que no querían conocerme. Así iba y venía de trabajar estableciendo únicamente conversaciones con el jefe de la clínica, mi asistente y mis pacientes.

Nunca había creído que los ingleses tuviesen un carácter frío, mucho menos teniendo media familia procedente de Inglaterra pero parecía que los pocos que existían, me habían tocado como compañeros de trabajo.

Me apunté a clases de natación para madres e hijos con Lazard e incluso a yoga por las tardes pero nada llenaba el vacío que tenía dentro de mi corazón.

-Helen, no estás bien. ¿Por qué viniste a Londres?. No tenías porque.

-Quería cambiar de aires, Hassan. Y no me va mal en realidad-sonreí-. Sólo que hay algo que me hace sufrir y no soy capaz de entender de qué se trata.

-Quizás necesites cariño, Helen.

-Os tengo a vosotros.

-No esa clase de cariño, hermanita-me besó en la frente-. Sabes de qué se trata. Y ni Lazard ni yo podemos dártelo.

Sé de que cariño me hablas pero si lo tuviese, ahora no estaría casada contigo, Hassan.

-¿Por què no aprovechas tus vacaciones para viajar?. Antes solías hacerlo cada verano.

-Antes no tenía un hijo.

-Que tiene un padre postizo que podrá hacerse cargo de él perfectamente. La primera semana de julio, Gabriel vendrá a visitarme, será una buena oportunidad para ellos y asi tú tendrás tener tiempo para echar de menos a tu hijo. Otra de las cosas que necesitas

En realidad, no le faltaba razón, necesitaba despegarme de mi hijo, echarlo de menos, fortalecer nuestro vínculo y eso, no siempre se conseguía con cercanía.

Reservé un vuelo a Menorca para julio. Realmente, volver al lugar donde habia sido tan feliz junto a Rubén no era agradable pero sentía que necesitaba cerrar aquel episodio de mi vida y, por otro lado, ver de nuevo a Jordi me reconfortaría. A pesar de los años, seguíamos manteniendo el contacto.

Fuí caminando hacia su casa por el sendero por el que había pasado de la mano de Rubén hacia tiempo. No fue un tramo agradable, las lágrimas no podían ser reprimidas y me preguntaba una y otra vez qué locura me había llevado a maltratar de aquel modo mi corazón.

-Helen, ¿qué es lo qué te pasa?.

-Creo que aún no estoy capacitada para superar lo de Rubén. Ha sido todo tan extraño. Me pregunto qué habrá sido de él prácticamente cada minuto de mi vida.

-Pasa y hablemos. Necesitas un buen café y un trozo de bizcocho.

Me desahogué junto a Jordi. Él era capaz de entenderme perfectamente. Había pasado por lo mismo que yo; perder a su mujer aunque, al menos, él sabía la causa de su ausencia. A mí, la incertidumbre me mataba.

-Este bizcocho tiene un sabor que me resulta familiar, ¿qué le has echado?.

-Canela de Ceylam-una voz a mis espaldas contestó a la pregunta-.

Me giré para saludar, como cualquier persona educada haría.

-Helen, olvidé mencionarte que mi hijo estará aquí pasando unos días con nosotros. Es buen chico, seguro haréis buenas migas.

Cuando ví quien era, me quedé patidifusa. No sabía si tenía la boca abierta o cerrada porque ni tan siquiera entendía si estaba soñando o viviendo.

-¡¿Tú?!. ¿Qué haces aquí?.

-Hola de nuevo, Helen. Cuanto tiempo sin verte.

¿Será posible que mi vida pueda ser normal alguna vez?. ¿Mucho pedir?.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora