Capítulo Diez. Pasión

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-¿Tendremos que dormir juntos?.

-Sí, Helen. Son las desventajas de avisar con horas de antelación de tu llegada. Me daré la vuelta para que puedas acomodarte.

Me cambié de ropa rápidamente. Estar desnuda detrás de Rubén era incómodo y excitante a la vez.

¿Cómo no sucumbir a los encantos de aquel hombre durmiendo en la misma cama durante medio mes?.

-¿Helen?.

-¿Sí, Rubén?.

¡Qué Allah me de fuerzas!.

Su requerimiento me excitó por completo y más viendo su escultural espalda tan pronto se quitó la camiseta. Acabé luchando internamente por no lanzarme contra él y saldar por siempre aquella tensión sexual que había entre nosotros.

-Siento que tengas que compartir cama conmigo. Sé que necesitas intimidad y quiero que sepas que mi última intención es robártela.

-No te preocupes, Rubén-dije con voz ronca-. No es tu culpa que no haya más chozas libres en el poblado.

-¿Puedo darme ya la vuelta?.

-¡No!.

Desde aquel momento, cada noche se cargaba de sexualidad contenida. Hubiese sido fácil acercarme a él, pedirle que me hiciese el amor y entregarnos a la pasión pero Rubén no era una persona a la que estaba dispuesta a renunciar y temía que de hacer realidad nuestras fantasías sexuales, acabásemos perdiendo todo lo que nos unía.

Por lo demás, fueron días intensos y agradables que nos llenaron el corazón de experiencias gratificantes.

Rubén seguía sin querer atender a ningún paciente aunque en el fondo,sabía que tenía unas infinitas ganas por hacerlo. Por más que trataba de convencerlo, sólo admitía ser cuidador de mi ceja dañada que , en honor a la verdad, llevaba más de una semana curada.

Cabezota como yo era, tuve que tomar una decisión importante que incluso se contradecía con mi determinación de no volver a usar mis poderes.

-Rubén, ¿Éstas dormido?.

-No, Helen. ¿Qué pasa?. ¿Estás bien?.

-Sí. Sólo me preguntaba si podríamos cambiar los billetes de avión para pasar primero por Marrakech. Hace al menos un año que no voy a mi casa.

Se giró sobre sí mismo para mirarme a los ojos en la oscuridad de la noche.

-No hay ningún problema, Helen. Pasaremos primero por Marruecos.

-¿Por qué tienes qué ser tan especial, Rubén?.

-No lo soy.

Me dió un beso en la frente y volvió a darme la espalda.

-Buenas noches, Helen.

-Buenas noches, Rubén.

Tío, espérame....

Lloré mucho cuando tuve que despedirme de la gente del pueblo. Habíamos compartido tanto juntos que me daba pena saber que probablemente, nunca más volvería a verlos y me emocionó ver como unos niños me regalaron un collar que ellos mismos habían engarzado con semillas de frutas.

-¿Volveremos a verlos, Rubén?.

-Sólo si tú quieres, Helen. Sólo si tú quieres.

Después de otra paliza en el avión, aterrizamos en la cálida Marrakeck donde el olor de mi tierra me recibió tan pronto puse los pies en el país.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora