Capítulo Ocho. Cambiante

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-Helen, ¿has entrado en mi mente?.

-¿Qué?. ¿Qué dices?.

Medio segundo después, un estímulo más poderoso captó mi atención. Un hombre alto, moreno, con una peculiar forma de caminar y una mochila a cuestas.

¿Kilian?.

Me levanté de la mesa de súbito y corrí entre la multitud a buscarlo. ¿Sería él?. ¿El pirata qué había conocido en Oviedo y qué durante un mes había estado buscado en la misma cafetería dónde tanto compartimos?.

-¡Kilian!. ¡Kilian!.

Me fundí entre los turistas y los lugareños corriendo detrás de aquel hombre que caminaba unos doscientos metros delante de mí sin percatarse de mis llamamientos. Trataba de no perder de vista su llamativa mochila dando saltitos entre las personas hasta que un hombre cargado de cocos recién cogidos me llevó por delante y acabé tirada en medio de la calle con una legión de aquellas pesadas frutas cayendo sobre mí.

-¡Helen!.

Rubén se agachó a mi lado preocupado porque nada malo me hubiese pasado.

-¿Por qué has salido corriendo,Helen?. ¡Se te han caído al menos diez cocos encima!.

-¿El señor?. ¿Está bien?.

-Creo que se recuperará del susto si le pagamos la mercancía-sonrió-.

Ví como le daba una generosa cantidad de dinero al hombre de los cocos.Después me cogió en brazos.

-¿Què haces?.

-Llevarte al hotel para curarte tus heridas. No me des las gracias.

Me llevó en volandas durante al menos medio kilómetro. Era una situación penosa. Primero porque me habìa puesto en evidencia entrando en la mente de Rubén, segundo porque me llevé por delante a un mercader, tercero porque mi profesor me sostenía en brazos bajo la mirada de medio mercado y cuarto y peor de todo, había perdido la pista del hombre de la mochila.

Quizás hubiesen sido alucinaciones. No lo sé. Pero de haber sido tal cosa, acababa de hacer el tonto de todas las formas posibles.

¿Y si realmente era él?.

Entonces no estabáis predestinados a encontraros en ese momento...

O yo decidí correr como una loca sin mirar por donde andaba....

En cuanto quise darme cuenta, ya estaba tendida en la cama del hotel con Rubén encima observando mis daños.

-Siempre llevo un botiquín encima-se excusó-.

Recién salida de mi trance con Kilian, percibí que mi ceja sangraba.

-Sé que necesito puntos, Rubén. Por favor, no me hagas suturarme a mí misma.

-No harà falta-dijo nervioso-. Con un buen desinfectante....

-Rubén-cogí su mano-. Tan sólo debes confíar en tí mismo. Sé que puedes hacerlo.

Me miró a los ojos con miedo a enfrentarse a sus pesadillas, a volver a practicar la medicina de forma seria.

-Incluso el propio Lazard te diría que ni la más poderosa raíz de jengibre podría cicatrizar esto sin puntos sonreí-.

Con una suavidad y delicadeza sublimes, me cosió la ceja fracturada. Apenas sentí nada. Tan ducho era en aquel menester que lo único que se notaba en mi rostro era un incipiente moratón.

-Eres un buen médico, Rubén.

-Dejémoslo en un buen practicante.

-Y costurero también-bromeé-. Apenas se nota.

-Mi madre era costurera. Supongo que algo de ella se me quedó-se encogió de hombros-.

-Es bueno aprender de los nuestros. Me temo que voy a tener que acostarme antes de que me baje la tensión o algo parecido.

-Te ayudaré.

Me ofreció su brazo como apoyo para volver a la cama. No quería decir nada pero mi cuerpo estaba completamente dolorido por los golpes por lo que acepté su ofrecimiento sin rechistar.

-Helen, ¿por qué saliste corriendo?. No quiero agobiarte pero la verdad es que me quedé un poco descolocado.

Al menos no menciona el tema de la telepatía. Algo es algo.

-Me pareció ver a un conocido.

-¿Tienes conocidos en Bangkok?. ¿Has estado aquí antes?.

-He viajado por casi todo el mundo-sonreí-. Tengo unos padres un poco trotamundos. Sin embargo, nunca había visitado Tailandia antes.

-¿Entonces?.

-Un viejo amigo que conocí en Oviedo.

-¿No sería más fácil llamarlo por teléfono en vez de estrellarte contra un carrito?.

-Podría ser si tuviese su teléfono. Fue un contacto fugaz, en mis vacaciones de hace un año. Sólo hablamos.

-¿Te gusta ese chico?.

-¿Cómo va a gustarme si apenas compartí con él un par de cafés?.

-No te conozco lo suficiente como para atreverme a lanzar conjeturas sobre tu persona pero algo me dice, Helen que sabes más que de sobra lo que es sufrir por amor.

-¿En qué te basas para decirlo?.

-En que yo también he sufrido y sufro. Buenas noches, Helen.

Me dió un beso en la frente para desearme dulces sueños. En apenas unas pocas horas, Rubén y yo habíamos compartido más cosas de las que incluso una pareja en años.

Era un hombre dulce y ni tan siquiera su atormentado pasado podría amargar tan noble fondo. Deseé de corazón que pudiese liberarse de sus miedos, de sus torturas mentales pues estaba segura de que, si bien era un excelente profesor, podría llegar a ver realizado el sueño que en su día, tuvo de ser médico aunque no fuese un doctor al uso.

-¿Helen?-me llamó desde el quicio de la puerta-.

-Dime, Rubén.

-¿Algún día me contarás tu secreto?.

-¿Qué secreto?.

-El que te hace tan especial.

-Algún día-sonreí-.

-Con eso me basta.

Sus palabras me dejaron pensativa y es que en el fondo de mi corazón, intuía que él sabía que yo poseía algo distinto, diferente al resto de las personas. Y no iba por mal camino....

Me dormí envuelta en un remolino de sentimientos y pensamientos. Por un lado estaba mi nueva e intensa amistad con Rubén quien era capaz de reconfortarme de una forma muy especial. A pesar de mis dudas iniciales, estaba plenamente satisfecha de haber aceptado viajar a su lado pues tenía toda la pinta de convertirse en una aventura muy enriquecedora para el cuerpo y para el alma.

Y por otro lado, estaba Kilian Jones. ¿Había salido corriendo detrás de alguien parecido a él?. ¿Por qué?. ¿Y si realmente Rubén tenía razón?.¿Y si aquel hombre que había conocido por casualidad se había quedado grabado en mi corazón?.

¡Oh, Helen!. ¡Ya basta!. ¡No sabes nada de él!. No sabes siquiera donde vive....

Te equivocas. Sabes perfectamente donde vive y da la casualidad de que tus abuelos también viven en Londres.

¿Qué más da?. Ya los hechos han dejado más que claro que no estábamos destinados a compartir nuestros caminos.

¿Y tú qué sabes? ¿Cuánto hace que no indagas en el cambiante destino, Helen?.

Llevo una vida viendo el mismo camino y Kilian no estaba....

Cambiante. Tan sólo recuerda eso....

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora