Capítulo Catorce. La Mente del Sastre

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Le sonreí aturdida para darle las gracias por su preocupación y le abracé para ocultar mi confusión. ¿Por qué había soñado con aquellos tres hombres?. ¿Por qué volvía a tener el don a pesar de haberlo bloqueado? Y lo más importante de todo, ¿qué es lo que Kilian iba a decirme?.

Al menos no se ha roto el espejo....

Es lo que me faltaba. Siete años de mala suerte....

-Tan sólo ha sido un mal sueño, Rubén.

-Entiendo. No te preocupes, Helen. Estoy contigo.

No volví a conciliar el sueño a pesar de la suave respiración de Rubén a mi lado que me calmaba.

Cerca de las ocho de la mañana, ya estaba deambulando por la cocina preparándome un té y dando vueltas en la sartén a unas tortitas improvisadas que había decidido hacer para entretener la mente sin mucho éxito.

Seguía pensando en el sueño, en Kilian, en las palabras que no llegó a decirme y me asustaba. Las únicas veces que alguien me había dicho algo en sueños, eran personas que ya habían cruzado a otro plano. ¿Le habría pasado algo?. ¿Habría muerto?. ¿Cómo saberlo?. ¿Cómo ver qué era lo qué estaba pasando con Kilian?.

Tienes tu don, idiota

Lo tengo....

Pensé rápido en Kilian, en su esencia tratando de entrar dentro de su mente.

¿Kilian?. ¿Estás ahí?.

Nunca hubo respuesta. No quise perder la calma, al fin y al cabo, con el único que había sido capaz de hablar telepáticamente era mi padre pero yo no había soñado nunca con Hadid.

-¿Quemas tortitas por qué no puedes dormir?.

¡Mierda!

-Lo siento, Rubén. Esta es la única que se ha quemado. Las otras se pueden comer-sonreí-.

-¿Preocupada?.

-He tenido un sueño extraño.

-Sólo son sueños, Helen.

-No para mí.

-¿Qué quieres decir?.

-Te serviré un té. Sé que es temprano pero te servirá para asimilar la noticia.

-¿Noticia?.

-Ayer preguntaste porque fuí capaz de entrar en tu cabeza. Puede que resulte extraño o tal vez difícil de hacer o creer pero lo cierto es que tengo el don de la telepatía.

-¡¿Telepatía?!.

-Además del de ver el futuro y leer la mente de las personas. No te preocupes-añadí al ver su cara de horror-. Nunca he entrado dentro de la tuya, es algo que puedo elegir hacer o no.

Se quedó pensativo durante más tiempo del que hubiese deseado. Comprendía que la situación era un poco embarazosa pero me comía la intriga por saber qué era lo que estaba pensando. Lo tenía fácil para saberlo pero al fin y al cabo, no dejaba de ser una falta de respeto hacia su persona.

-¿Desde cuándo tienes ese don?.

-Desde que nací creo. Mi tía Aisha, la mujer de Lazard, solía decir que era porque no había llorado al nacer.

-¿No llorar al nacer?. ¿Esas cosas pasan?.

-Al parecer sí lo hacen.

-Helen,¿te importa disculparme unos minutos?.

-Supongo que no.

Se fue vestido con un chándal. Yo sabía que su intención era ir a correr como siempre hacía cuando sus demonios venían a visitarlo para poder despejarlos. También lo entendía pero mi intriga por saber qué era lo que estaba pasando por su cabeza me corroía.

Debería esperar y saber si Rubén me consideraba como algo digno de ser exhibido en un circo o como a una persona normal que debía aprender a convivir con su don.

En las dos horas que tardó en llegar a casa, me dió tiempo a pasar el polvo, hacer la colada, preparar la comida y hacer la cama. Mi querido profesor era una persona limpia que mantenía su casa como los chorros del oro pero cuando regresó todo relucía de forma sobrenatural. Tanto miedo tenía de enfrentarme a mis propias ideas que no pude evitar entretener mi mente.

¿Qué pensaría de mí?. ¿Me repudiaría?. ¿No me creería cuándo le decía que nunca había cotilleado en sus pensamientos?.

Sudoroso, se fue directo a la ducha sin tan siquiera mirarme. Me temía lo peor; alejarme de su presencia; de su cariño y de su tranquilidad. Todo apuntaba a que su decisión no era favorable para nuestra relación.

Observé desde la ventana de la cocina la única torre de la catedral de Oviedo, de la ciudad que me había hecho conocer de primera mano lo que significaba que una persona te importase por méritos propios y no por lo que los sueños me dictasen y, por primera vez en mi vida, tuve miedo a perder a alguien.

Siempre me había hecho a la idea de qué éramos almas de paso en el planeta pero no volver a ver nunca a Rubén, me parecía algo demasiado difícil de asimilar. Ya ni tan siquiera pensaba en Kilian y en su hipotético mensaje.

¿Por qué ahora que estaba a punto de alejarme de Rubén era cuándo me daba cuenta de qué no podía vivir sin él?.

Lágrimas cálidas comenzaron a resbalar por mi frío rostro justo cuando la niebla se transformaba en lluvia que mojaba las calles de la ciudad, justo cuando unas manos estrecharon mi fina cintura.  

-¿Rubén?.

-Dices qué nunca has leído mi mente, ¿verdad?.

-Así es. Te prometo que nunca fuí capaz de hacerlo aunque hace unas dos horas, me hubiese encantado.

-Te doy permiso para que lo hagas.

-¿Cómo?

-¿Puedes saber lo que pienso en cada momento?.

-Sí.

-Pues te invito a que indagues.

-¿Estás seguro?.

-¿Por qué si no iba a decírtelo?.

Tal y como me pidió, activé mi don.

Otra vez está llegando tarde a clase. Me pregunto qué clase de despertador usará. Quizás trabaje por las noches para pagarse sus estudios como tantos otros hacen pero, parece tan despierta, tan entusiasta por la medicina que me resulta extraño que esa opción pueda darse.

Avanzan los recuerdos...

Aún no puedo llegar a creerme que Helen haya aceptado viajar conmigo. Estaba tan decidida a decirme que no a toda costa que su llamada de última hora me ha descolocado por completo. De todos modos , estoy feliz de saber que me acompañará. Sé que las razones que me incitaron a invitarla no iban más allá de la curiosidad por conocer a tan defensora acérrima de Lazard Higgins, sin embargo, algo dentro de mí me dice que será un viaje inolvidable.

Continúan los recuerdos...

He viajado con Helen por Tailandia y Marruecos, he conocido a la bella mujer que se esconde detrás de tan increíbles ojos azules. Mi vida antes de ella era un perfecto desastre, recordando constantemente a la mujer que me había roto el corazón, al niño al que había segado la vida por un mal diagnóstico pero, a su lado, las preocupaciones se van.

Aún no se lo que el futuro tendrá preparado para nosotros pero, lo cierto, es que no soy capaz de separarme de ella. Helen es ahora mi vida y mi deseo, si ella me lo permite, es seguir compartiendo mi existencia a su lado durante el tiempo que nos sea otorgado.

No me importa su don, tan sólo su tierno e inmenso corazón.

Helen,¿quieres casarte conmigo?.

¿Cómo?. ¿Casarme con Rubén?.

Más que Hermanos((COMPLETA))#3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora