U N O

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Deleitar con mis ojos aquel panorama era desolador.
Ese vacío en mí estómago y el nudo en mí garganta eran sensaciones que ya habían llamado a mi puerta hace un tiempo atrás.
Una vez más mí destino cambiaría y dará giros y sin saber tal vez para bien o para mal. No lo sabía. Solo hablaría el tiempo.

Mudarme. Otra vez.

¿Qué los cambios son buenos?
Puede que si. No lo negaré pero yo solo quiero estar estable en un solo lugar. Al parecer  no es la vida que me toque vivir y debo conformarme además de no darle la espalda para que no sea tan envidiosa conmigo a la hora de dar cuentas pendientes.

Y aquí en esta habitación por última vez percataré este panorama desolador para salir por la puerta camino a mi vuelo en unos minutos hacia otro país para comenzar de nuevo.

- Samantha baja ya, se nos hará tarde-gritó mí papá desde el primer piso.

Empezar de nuevo ya no es tan 'nuevo' para mi realmente.
Otras personas dirían : Empezar de cero.

Pero yo realmente no estoy empezando desde cero ya que con experiencias adquiridas estoy donde estoy para después poder aplicar a mí nuevo proceso.

No voy a mentir. Es triste otra vez, empezar de nuevo. Puede que esté acostumbrada a mudarme pero nunca lo había hecho a otro país como lo haré en unos momentos.

A mis 17 años estoy acostumbrada a nuevas personas, lugares, perspectivas y personalidades pero me da nostalgia pensar todo lo que dejaré, todo lo que algún día construí.

-Sam ¿ya bajaste las maletas al carro?- escucho un grito de nuevo que me saca de mis pensamientos.

-No, ya las bajó Pa- grito mientras miro mí habitación por última vez con nostalgia. El panorama presenta recuerdos aleatorios de momentos que pasé allí adentro.

¡ Ánimo! No es el fin del mundo. Tal vez de mí mundo si pero no el que está en mi alrededor.

-Samantha! -  grito mi papá por tercera vez.

-¡ya voy! - le respondí con un grito, alguien va a estar enfadado.

Al llegar al auto cuento cada una de las maletas y me percato de que estén completas.

- ¿ya están todas?-preguntó mi papá cerrando la puerta de la casa.

- Si, están todas, ya estoy lista.

-Bueno es hora de que te despidas de los peluditos- miro hacia papá señalando dos hermosas creaturitas sentadas tomando el sol en el garaje.

¡Ay no!

Esta es una de las partes más difíciles.
No quiero separarme de estos dos.

Observé como en los ojos mis dos perritos, zymón y Franchesco se reflejaba un sentimiento de tristeza, como si supieran lo que está pasando. Así dos lágrimas cubrieron mis mejillas dejando al descubierto cuanto los amaba.

Me acerqué cuidadosamente y los abrazé.

-¿quienes son los dos amores de la vida? ¿Quienes?- Les susurré hablando como si le hablara a un bebé. Sin embargo ellos realemtne son mis bebés.
Le dí un beso a cada uno y salí hacía el garage destino al aeropuerto dejando todo aquello que había construido en aquella, casa, colegio, país y con personas. Es hora de comenzar de nuevo.

El viaje de aquí al aeropuerto ha sido poco largo y nostálgico al recordar cada detalle de todo lo que a lo largo de estos años he vivido aquí y que al atravesar un avión desvanecera.

¿Se acuerdan cuando les dije que me había acostumbrado a los cambios?

Sí, es verdad desde muy pequeña por problemas de mís padres tenía que mudarme todo el tiempo, sin embaego no deja de ser triste el hecho de despedirse de personas con las que compartiste, amigos que te enseñaron  y conocidos que significaron y le dieron valor a lo que hoy eres.

Inhalando El Mismo HumoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora