Capítulo III

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Tortas de cumpleaños

Pablo miraba la torta de cumpleaños sobre la mesa. No era su cumpleaños, todavía faltaban unos meses para el mismo, pero eso no le importó. Se había comprado un torta de chocolate de unos dos kilogramos, con bastante crema batida encima.

—¿Quieres?, —preguntó Pablo al perro mestizo a su lado. Los ojos del chucho y su batir de cola fueron una confirmación de afirmación. Pablo sabía que el chocolate era malo para los perros, pero igual agarró el cuchillo y cortó un par de trozos de buen tamaño, puso cada uno en platos de desechables de plásticos; uno de los platos en el piso y el otro frente de él.

La puerta del trailer donde vivía atrás de la casa de su padre se abrió. Miguel entraba y miraba al socio con el trozo de torta en la mesa, mientras Pablito dos punto cero devoraba en el piso el trozo que le habían pasado.

—Vas a enfermar al perro, —reclamó Miguel entrando sin más.

Pablo empezaba a devorar su parte en la mesa y miró al amigo que se sentaba en la otra silla de la mesa plegable.

—¿Quieres?, —dijo Pablo mientras tragaba su parte del pastel.

—Estás engordando a pasos agigantados, —respondió Miguel.

—No es cierto.

—Has subido de peso el último año, y no son dos kilos de músculos.

Pablo se miro, bueno si tenía barriga, un salvavidas empezaba a rondar su cintura y..., Pablo volvió su mirada a su socio y amigo.

—¿A qué se debe tu visita sorpresa?

—La pregunta es ¿qué te pasa ti?

Pablo miró al otro como con duda, no entendía qué le decía Miguel.

—Ya tienes un año en esta decadencia, has abandonado el negocio, yo estoy haciendo todo el trabajo; tú sólo te quedas aquí encerrado y llenándote de azúcar y vas para diabético, así que explícame, ¿qué mierda te pasa?

—No me pasa nada, —replico Pablo y volvía a tomar un trozo de torta con el tenedor, —¿De verdad, no quieres un poco?

—Paso. —Miguel se levantó y caminó a la puerta del carromato. —Te lo voy a decir claro y una sola vez, tienes una semana para salir de esta miseria, volver al trabajo y empezar a hacer dieta, a este ritmo pesaras ciento cincuenta antes de final de año. —Pablo lo miró molesto. —No me pongas esa cara, si no haces esas tres cosas, el siguiente lunes cierro la agencia, me llevo a los clientes y dejo que te termines de suicidar en paz.

Dicho esto Miguel salió.

Pablo miró la puerta unos instantes, volteó su mirada al perro a su lado, que movía nuevamente la cola.

—Pablito tu eres mi único amigo de verdad.

Y sonriendo pico otros dos pedazos de pastel, uno para el perro, otro para él. Quince minutos más tarde los dos kilos de torta de chocolate eran historia.

***

—Aló, —respondía Miguel el teléfono, había salido de casa de Pablo al sentir la vibración en el mismo y sabía bien de donde lo llamaban. —Si, voy en camino, llego entre quince y veinte minutos, —se justificaba el chico.

Así como dijo estuvo en el estudio en el tiempo señalado. Cuando llegó estaban trabajando con otro chico, un pelirrojo que usaba el nombre artístico de Louis y que por algún motivo no le terminaba de agradar, y un par de negros de la antigua BlackMen; hermanos a saber. Pero Miguel estaba más interesado en el sujeto desconocido que miraba la escena. Al parecer se había preparado, venía con unas bermudas, cholas playeras y una franela sin mangas; el típico atuendo de playa. Miguel sonrió ante el físico del hombre. Sólo sabía que había trabajado en la rama hetero de la compañía, tenía un par de meses y Miguel revisó su currículo en linea; bien dotado era lo más importante; y si podía trabajar en plan homo, iba a disfrutar la sesión de hoy.

Confrontación - Serie: Étoile Producciones - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora