Feria de comida
Lupe terminaba de cerrar su estación de trabajo, había conseguido trabajo en una pequeña tienda por departamentos y ella estaba asignada al área de cosméticos; al menos entendía de eso. Desde que salió del ranchito de sus padres en aquel pueblo que detestaba, buscó trabajo en las ciudades cercanas. No sabía hacer nada en aquella época, toda su vida fue una mantenida; primero por sus padres, luego por Luis y por último por Antonio.
Sus primeros trabajos fueron de obrera, luego en las noches tomo algunos cursos de peluquería y manicurista. Se independizo cuando pudo y con ello puso en el cuarto que alquilaba un pequeño negocio privado de arreglo de uñas. Pudo vivir con ello, y reunió así dinero para al fin emigrar. Hoy con su experiencia en el ramo podía trabajar en aquel lugar en uno de los tantos barrios externos que habían crecido alrededor del centro de San Alba. No era el trabajo soñado, pero al menos podía mantenerse independientemente; y a veces los días que no trabajaba en la tienda hacía algunas uñas en forma privada a vecinas locales donde vivía ahora.
Su encuentro con Luis semanas atrás y saber que estaba comprometido no la había tomado de sorpresa; imaginó que si se divorció finalmente de ella, después de negarle el divorcio por años, era por esa causa. Claro que lo que no esperaba era hallar un él y no una ella. Eso era algo que todavía no podía entrar en su cabeza, sobre todo por aquellos malditos vídeos pornos que le enviaba todos los meses para atormentarla y donde follaba a innumerables mujeres, de todas las razas y colores, desde casi niñas a maduras buenotas, de flacas a aquellas con grandes curvas, y las follaba en todas las formas posibles. ¿Qué había pasado que aquel macho para terminar de marica?, eso era algo que todavía no podía entender.
—¿Ya te retiras?, —le preguntó una de las compañeras de trabajo.
—Terminó mi turno Ingrid, y ¿tú estás listas?
—También, hoy salgo temprano, —respondió la mujer. —¿Tienes algo que hacer ahora?
Lupe la miró intrigada, Ingrid era más discreta de las compañeras de trabajo y la que menos interacción tenía con el resto de las trabajadoras. Socializar no era algo propio de esta mujer. Pero ella tampoco tenía amigas para ello, desde que había llegado a esta ciudad la trataron como la 'extranjera'; las menos corteses le decían: la 'campesina' o la 'india'; por algún motivo no terminaba de lograr encajar.
—¿Te gustaría que pasáramos por feria de comida y pidamos algo?, —se atrevió Lupe a sugerir.
—Me agradaría, —respondió Ingrid.
Rato después las dos mujeres se sentaban en una de las tantas mesas de aquel lugar ya lleno de gente.
—¿Estás casada?, —dijo Ingrid como buscando conversación mientras empezaba su plato de arroz chino.
—Divorciada, —respondió Lupe. —¿Y tú?
—Viuda, casi viuda realmente. —Lupe miró extrañada a la mujer. —Gavin y yo no estábamos casados, simplemente vivamos juntos, teníamos años así. Él nunca quiso formalizar la relación; era divorciado, ambos lo éramos y creo que ninguno quiso repetir la experiencia.
—Entiendo, yo estuve casada pero lo traicione por un amante que tenía, al final me divorcié, pero Antonio estaba casado y no iba a dejar a su rica mujer por una de sus muchas queridas, tarde años en entender mi error. Para entonces no sólo había perdido a mi esposo, sino a mi hijo.
—Mi hijo fue el que mato a Gavin, —dijo Ingrid, al fin lo comentaba a alguien más distinto a los abogados y fiscales, pese a que eso era voz populi en el barrio donde vivía. Lupe miró a la mujer, no sabía como responder a esa revelación, había incluso dejado de comer por ello; la otra levantó la cara y miró a Lupe, trataba de sonreír, pero no le salía. —Según que Gavin lo violaba.
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Confrontación - Serie: Étoile Producciones - 03
RandomHan pasado poco más de cuatro años y viejos amigos (y otros nuevos) vuelven para seguir con sus vidas, sus luchas, y quien sabe que más. Dentro del mundo de Obligado, nuevos personajes y nuevas historias. *** Se aclara que esta obra contiene conteni...