Pasado disperso
Pablo había llegado por fin a destino. Tras soportar el lunes los regaños del juez de paz, tener que pagar las multas impuestas por mismo al juzgado y los pagos por los daños en la panadería, entendió que no podía seguir así. En un primer momento pensaba irse con Pablito dos punto cero, pero la viabilidad de tal acción era simplemente absurda. Pensó en dejarlo en casa con Charlie y su padre, pero digamos que no seguía de buenas con su papá; luego pensó en Gabriel y Sergio, pero a Sergio nunca le había agradado el perro. Miguel era una opción viable, pero seguía viviendo con su madre y el sitio los fines de semana no eran muy tranquilos, incluso Miguel emigraba esos días; fue cuando recordó los niños de Drew, ellos nunca pusieron mala cara a Pablito, listo problema resuelto.
Habían pasado seis años desde que escapó de aquella ciudad. Estaba cambiada, había nuevos edificios, pero los sitios que le importaban seguían igual. Llegó a la casa que era de su madre, la que ocupaba como la querida del señor Guerrero. Descubrió que la mujer ya no vivía ahí desde hacía similar cantidad de años. Al parecer Guerrero se cansó finalmente de su madre y la descartó como basura. No supo que sentir en ese momento, contento que por fin su madre entendía su realidad o triste por la misma razón. Él no odiaba a su madre, simplemente no se entendían.
En la tarde se acercó a la vivienda de aquel pájaro bravo, no sabía si el hombre seguía ahí o no; o si buscarlo o no. Finalmente se atrevió a llamar a la puerta. Tocó el timbre y una asistenta salió a atenderlo en la puerta de la entrada.
—Disculpe, —dijo Pablo. —Ando buscando al señor Antonio Guerrero.
La mujer lo miró de arriba a abajo, bien él no estaba vestido como indigente para que lo viera como basura. «Calma, respira», se dijo una y otra vez. El juez casi lo obliga a tomar sesiones para tratar los problemas de ira. El convenció al juez de lo contrario, que si volvía a pisar su sala lo podría encerrar por todo un año. «Trato», fue lo que dijo el juez y lo mando a asentar en el libro. Ya no podía inventar nada más.
—El señor no atiende en su casa, —respondió la mujer.
—Podría decirle al señor Guerrero que Pablo Domínguez solicita unos momentos con él, sólo será cuestión de unos minutos nada más.
La mujer lo miró nuevamente, con cara de pocos amigos y no muy dispuesta a dar el mensaje; finalmente le indicó que esperara. Minutos más tarde Pablo vio como se abría la puerta del garaje y una camioneta último modelo salía de la misma. La ventana del pasajero descendió y Antonio le indico que subiera. Pablo se montó en el carro y el mismo partió con rumbo desconocido.
—Te juro que si no me dices quien eres, nunca te hubiera reconocido.
—Usted sigue igual, —dijo Pablo tratando de ser amable.
—¿Qué te paso, estas obeso?
—Supongo que es una forma de alejar violadores, a nadie le gustan los gorditos.
—¿Bien, qué deseas?
—Busco a mamá, pero ya no vive en la casa que usted le puso, eso solamente.
—No se nada de ella desde hace años, es la verdad; lo único que supe es que regreso al pueblo, pero estuvo poco tiempo ahí.
—Gracias por la información, me puede dejar donde desee.
—Me la debes, ¿sabes?
—Yo no le debo nada.
—La violación en aquel lugar, tú crees que se me olvida.
—La cuando usted me torturó y rompió el culo, y ademas donde iba a castrar a mi papá.
—No te hagas él que no sabes, hablo de esa en la supuesta cárcel.
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Confrontación - Serie: Étoile Producciones - 03
RandomHan pasado poco más de cuatro años y viejos amigos (y otros nuevos) vuelven para seguir con sus vidas, sus luchas, y quien sabe que más. Dentro del mundo de Obligado, nuevos personajes y nuevas historias. *** Se aclara que esta obra contiene conteni...