Capítulo XIV

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Viernes complicado

Louis estaba sentado en frente del escritorio del oficial de declaratoria en la oficina de la policía. Espera finalmente el permiso para poder disponer de los restos de su madre, pero las situaciones de suicidio implicaban averiguaciones por parte de los cuerpos legales del estado y estas se habían demorado más de lo previsto. Louis ya empezaba a impacientarse.

—A ver, —dijo el gendarme. —Lo único que no está claro en este asunto es cómo su madre consiguió las pastillas, todos los médicos entrevistados en la investigación se habían negado a firmarle la prescripción médica para su compra.

—¿Es ese el problema?, —preguntó Louis mirando serio al oficial. —La respuesta es simple, yo se las compre; —respondió el chico.

El oficial lo miró dudoso, ¿estaba este muchacho con aquel cabello pintado de color rojo brillante haciendo una confesión?

—¿Puede aclararse?

—Era la ultima de las cajas que compre hace unos cinco o seis meses, cinco, definitivamente cinco, fue cuando mamá cumplía años; pero luego los médicos le prohibieron todas las pastillas para dormir y le reemplazaron la dosis con unas gotas. Yo administraría las gotas, se suponía que iban a ser al principio unas veinte y cada semana reducía dos gotas, eso hasta que en diez semanas no necesitara nada, o en su defecto no más de cuatro o cinco gotas. Para asegurase de que no cambiara las dosis el frasco con gotas lo tenía yo siempre conmigo.

—Sigue sin explicar lo de las pastillas.

—El frasco con las pastillas iba a darlas a un centro de acopio para ayuda medica, no las iba a botar a la basura o al escusado, eran bien caras y me parecía una maldad considerando que había gente necesitada. La caja la tenía guardada en un escritorio con llave en mi cuarto. —El oficial vio como se le humedecían los ojos al chico. —Debí haberlas botado por el excusado, no guardarlas donde ella pudiera conseguirlas, al parecer no puse la llave esa noche en la gaveta, tenía prisa, usted sabe, esas emergencias que le salen a uno..., —él chico se detuvo y poniendo una mano sobre el rostro y casi empieza a llorar, —...mentira, tenía una cita con un chico y él idiota no se apareció, espere como un imbécil en la calle y luego cuando entendí que me había plantado regrese a casa y descubrí lo que había pasado, llame a emergencias, pero ya era tarde.

El oficial consideró que era suficiente y terminando de escribir la declaración pidió la firma al chico. Cuando todo estaba listo, el oficial se despidió del joven con un apretón de manos. Louis iba a terminar el saludo, pero el policía lo retuvo.

—Una pregunta, ¿cómo se llamaba ese chico?, él con quien ibas a reunirte.

Louis lo miró y sin dudar respondió.

—Eso es lo peor de todo, lo conocí en un bar, simplemente acordamos vernos en la 5° y Nápoles, había ahí una pizzería; pero no, no lo conocía, ni se como se llamaba; era lindo el idiota.

El oficial sonrió y soltó la mano del chico. Minutos después Louis por fin salía de aquella comisaría con el permiso oficial para disponer de los restos de su progenitora. A la salida él llamó a la funeraria e indicó que ya tenía el último documento legal, que esa tarde podían cremar sus restos.

La joven oficial, que estaba sentada en el escritorio vecino se le acercó al colega y le preguntó.

—¿Y bien, le creíste ese cuento?

—Es un buen cuento, eso es cierto; pero esta tarde me puedes acompañar a la 5° y Nápoles, vamos a revisar si alguna de las cámaras de seguridad instaladas en el lugar grabaron a un chico con cabello rojo esa noche, —respondió el oficial Barry.

Confrontación - Serie: Étoile Producciones - 03Donde viven las historias. Descúbrelo ahora