XXI-X-XIV

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Había aprendido a ser valiente, porque otra opción no me había quedado. ¿Ponerme a llorar? Eso solo sirve para desahogarse, pero no me iba ayudar a salir adelante. Miro el paisaje mientras camino y dejo que la luz del sol me bañe por entre los árboles. La brisa primaveral ayuda a disminuir el calor y hace que las flores en el camino se agiten como si estuvieran bailando una danza secreta.

Algunos recuerdos se asoman por mi mente, pero solo puedo pensar en que las cosas pasan por algo, que todo tiene una razón de ser. Ese había sido mi mantra cuando, de un día a otro, mi mundo había tomado un camino distinto. Recuerdo ese "para siempre" que alguna vez había oído de su boca, pero a veces, los "para siempre" solo duran un pestañeo. A pesar de todo lo malo, ese pestañeo me había hecho feliz.

Y te veo.

Y me ves.

Tus ojos de un color que nunca podré definir me miran fijamente y me sonríes de forma tierna. Tu cara es iluminada por la luz del sol y me haces pensar en lo mucho que te he necesitado.

Te acercas, reduciendo la distancia que hay entre nosotros. Puedo sentir tu perfume, ese que me siempre me ha gustado, sobre todo cuando me recargaba en tu hombro y me dabas un beso en la frente. Siento un poco de ira, ya que te habías alejado de mí, pero los humanos cometemos errores, está en nuestra naturaleza.

-te extrañé mucho- digo en un susurro, rompiendo el silencio de nuestras miradas.

-un "para siempre" es para siempre- contestas sin miedo.

Y los árboles del camino se agitan de alegría.

One Shots / Un relato, una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora