Otra vez

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Y ahí estábamos tú y yo, encontrándonos nuevamente, dándome una sensación de sentimiento conocido. Sabía que te iba a encontrar, pero aun así acompañé a mi amiga a comprar al supermercado donde tú estabas trabajando empaquetando los productos.

Tus ojos, de un color que no pude, no puedo y no podré definir, se encontraron con los míos y una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo haciendo que mis mejillas se sonrojaran. Sonreí.

Pero yo no debería haber sentido eso. Tienes novia. A pesar de todas las veces que viajamos juntos cuando estudiábamos, a pesar de todas las veces que tomaste mis manos, que te recostaste en mi hombro, que contaste mis lunares haciendo que la distancia entre nosotros desapareciera. Éramos solo amigos, nada más, pero a veces era difícil recordarlo.

Me abrazaste fuerte, haciendo que tu aroma invadiera mis fosas nasales, y poco a poco me fui rindiendo en tus brazos. Me hacías débil, Diego, hacías que mis defensas desaparecieran y no tenía ninguna opción.

La gente en el supermercado caminaba a nuestro alrededor sin fijarse en nosotros, como si fuéramos invisibles, y admito que estaba agradecido de eso. Vivimos en un pueblo pequeño y nos estaba dispuesto a que la gente comenzara a hablar de mí… o de ti. Eso no lo soportaría.

Me miraste nuevamente y con una gran sonrisa me preguntaste sobre mi salud, sobre cómo he pasado las vacaciones y que cómo estaba mi corazón. Di respuestas absurdas, porque mis neuronas no estaban preparadas para pensar. Tu sonrisa seguía iluminando tu cara y me pregunté cuanto más aguantaría antes de derrumbarme por completo.

Y lo recordaste. Dijiste que tenías algo, y del bolsillo trasero de tu pantalón sacaste tu billetera. Mi corazón se aceleró. Quizás era simplemente un barquito de papel, cómo tantas veces me habías dado, pero viniendo de ti, hubiera sido casi un monumento.

No me dejaste mirar mientras sacabas “eso” de tu billetera. Sonreía como niño pequeño en la navidad y me sentía muy ansioso. De verdad que me sentía ansioso, como ese sentimiento cuando vas a recibir un diploma por haber ganado algo, o esa sensación de conseguir tu meta más anhelada. Te pedí que me dejaras mirar, pero me dijiste que no y colocaste una sonrisa picarona, esa sonrisa sexy. Tus ojos brillaban de emoción.

Mis nervios me estaban matando, juro por Dios que es verdad. Tenía claro que tenías una chica a la que “amabas”, pero era increíble la forma en la que me dabas esperanzas. No estaba buscando a nadie, y quizás por eso habías llegado.

“es para mi novia” dijiste con una sonrisa, mostrándome una hermosa pulsera con un dije de mariposa.

Y mi burbuja se reventó.

¿Cuál es la idea de ilusionar, si después destruyes todo lo que me haces sentir?

One Shots / Un relato, una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora