Semillas

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Ya han pasado seis meses y medio, casi siete desde que dejó de ser la persona que lo hacía reír, el que lo hacía feliz, el que con solo un abrazo lograba espantar sus miedos. No puede negarlo, ha sido mucho más difícil de lo que pensó.

Ha intentado no salir demasiado, esquivar aquellos lugares que tengan recuerdos de ellos, de su olor cítrico, de sus respuestas perfectas o de sus sonrisas pegajosas. Pero es demasiado complicado cuando toda una ciudad está teñida de azul, su color favorito.

Ya han pasado seis meses y medio, casi siete desde que todo acabó. Desde que la lluvia tiene una sensación distinta, desde que le persiguen los ojos color avellana. Se han visto, lo saben, pero no han mediado palabras. Admite que se alegró cuando supo que él estaba participando con otros niños para ser dobles de su grupo favorito dentro de la ciudad, ese grupo del cual les gustaban todas sus canciones y fingían ser uno de ellos. Y, contrario a lo que le decían y le aconsejaban, le pidió a una de sus amigas que le acompañara a verlo.

Descubrió que sigue siendo el rompecorazones que conoció tiempo atrás, el que no quiso quedarse y que lazó todo por la borda, deshaciéndose de sentimientos y emociones sin preocuparse de lo que podía pasar.

El otro día, pasó por una de las plazas que visitaron, específicamente una donde se sacaron muchas fotos. Esa plaza que al centro tiene una especie de escenario de piedra, con cuatro escaleras, una en cada lado, que dan acceso a él. Inmediatamente recordó que al costado de una de esas escaleras, dejaron fluir todo su cariño, con promesas de un futuro perfecto.

Pero ahora hay algo distinto ahí.

Si pasa por ahí, porque está seguro que él recuerda el lugar, verá que ahora está poblado de flores multicolores, pequeñas flores que le dan vida a ese pedazo que tierra que era antes. Como si su cariño hubiera dejado semillas, que tardaron, pero lograron florecer, a pesar de todas las dificultades, prometiendo la esperanza de algo nuevo y bueno.

Hace seis meses y medio, casi siete que no pasaba por ese lugar y siendo sincero, debe admitir que al ver las flores sonrió ampliamente. No por la sorpresa de las flores mismas ni tampoco por su recuerdo.

Sonrió simplemente, porque ahora está feliz.

One Shots / Un relato, una historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora