Capítulo 1 - 9P

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Entré en la sala de interrogación y cerré la puerta suavemente detrás de mí, sonriendo gentilmente al chico delgado y de cabello oscuro que se acurrucaba en el lado más alejado de una mesa de metal maltratada en el centro de la habitación.

-Hola- dije en voz baja. -Soy Rita. Soy un oficial de policía. ¿Puedo hablar contigo? -

El chico asintió vacilante, viéndose frágil y pálido contra las sombrías paredes grises de la habitación, y el oso de peluche negro y apretado contra su pecho solo realzó la imagen desgarradora. Sus enormes ojos marrones me observaron atentamente cuando crucé el piso y lentamente me agaché junto a su silla.

- ¿Cómo te llamas? - Le pregunté.

-Sa...Samuel-, susurró.

-Samuel, me gustaría echar un vistazo a ese corte en tu cara, ¿De acuerdo? - Extendí una mano para tocar el pequeño corte en su barbilla, y él se apartó, hundiendo su rostro en la piel del oso de peluche.

-Está bien- le dije con dulzura.  -No voy a hacerte daño, lo prometo. ¿Puedes mirarme, cariño? ¿Por favor? -

Lentamente levantó la barbilla y se giró para mirarme, revelando la hinchazón, púrpura y negro a lo largo del lado izquierdo de su cara.

Me quedé quieta por un momento, mirando el moretón, y luego empujé suavemente un mechón de pelo de la frente del niño.

- ¿Quién te hizo esto, Samuel? - Mantuve mi voz calmada, permitiendo solo un toque de ira contenida para colorear el tono - ¿Quién te hirió? -

-Me caí - murmuró el niño, y agachó la cabeza, ocultando su rostro de nuevo en el peluche.

Extendí la mano y agarré sus hombros con fuerza, girando todo su cuerpo para mirarme.

- ¿Quién hizo esto? - Siseé enojada, acercando mi cara a la suya - ¿Quién? -

Algo que reconocí como miedo real parpadeó en los ojos del chico y de inmediato aflojé mi agarre.

- ¡CORTA! -

La voz se deslizó a través del conjunto silencioso como un disparo de pistola, pude sentir los pequeños hombros debajo de mis manos en reacción. Suspiré y dejé caer mis manos a mis muslos mientras el ruido y la charla estallaron en el set a mi alrededor. La cámara que se avecina a mi derecha retrocedió y me puse de pie.

-Mierda-

El niño se rió y se secó la nariz, dejando un rastro brillante de moco en el labio superior.

Encantador.

- ¿Becca?- Llamé a uno de los asistentes. - ¿Podemos conseguir un Kleenex o algo por aquí? -

Me refiero al realismo en la televisión, pero no hay forma de que vaya a abrazar a este niño con todo ese moco sobre él, independientemente de lo que requiera el guión.

Mientras Becca, una pequeña pelirroja con una camiseta ajustada de color verde lima, se apresuró y comenzó a preocuparse por el chico, me volví hacia el sonido de pasos que se acercaban, convirtiendo mi cara en una deferencia educada que no sentía.

- ¿Qué pasa, Johny? Pensé que iba bien-

Esa era una mentira grande y gorda. Dejé que la falta de sueño, una semana muy larga, y un dolor de cabeza vicioso me vencieran, y como resultado, mi actuación había sido demasiado agresiva y casi le asusté a ese niño. Lo sabía, pero no estaba dispuesto a admitirlo a un imbécil como Corona.

Johny Corona era guapo y odioso. Le disgusté al verlo, y en la última semana de filmación se hizo evidente que el sentimiento era definitivamente mutuo.

Perdida en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora