Perdida en ti

Capítulo 38 - Excursión

A la mañana siguiente me puse acostado boca abajo con suaves y persistentes besos que se plantaban a lo largo de mi columna vertebral y con los dedos trazando patrones perezosos a través de mi espalda, llevándome agradablemente desde el sueño hasta la vigilia.

-Mmm... nice-

Los dedos se detuvieron un momento antes de reanudar su búsqueda. -La bella durmiente se despierta- respiró con voz ronca en mi oído y me besó en el hombro-Pensé que podrías dormir todo el día- Su mano recorrió mi espalda y volvió a levantarse, deteniéndose ocasionalmente para amasar un músculo. -Dios, amo tu cuerpo-

-Y mi cuerpo te ama- murmuré, demasiado adormilada para preocuparme de cómo podría sonar. Abrí un ojo y me concentré en el reloj de cabecera -Son las siete y media. ¿Las siete y media? ¿estuve durmiendo todo el día? -

Se movió para besar el hombro opuesto, sus pechos presionando contra mi espalda -Se ha puesto el sol y hay un gran mundo por explorar-

Las suaves caricias se convirtieron en un ligero rasguño y cerré los ojos otra vez, suspirando de satisfacción. -No voy a ninguna parte si sigues haciendo eso-

Las uñas se movieron más abajo, raspando la parte posterior de un muslo y sobre mi trasero -¿Haciendo qué?- Susurró en mi oído, repitiendo la acción en el otro muslo. -¿Esto?-

Mi cuerpo se arqueó al tocarlo y supe, con solo ese toque, esa voz, que estaba mojada otra vez. Extendí mis piernas ligeramente por reflejo y escuché el pequeño tirón en su respiración cerca de mi oído.
Ella arrastró las yemas de los dedos por el interior de mi muslo.

-¿Qué quieres, bebé?- Ella se volvió a cepillar, su toque más firme. -¿Esto?-

-Sí ...- siseé, mi respiración se aceleraba. 

-Sí, dime -

-Ah... Dios, Val...- Traté de empujarme contra ella para aumentar la presión, pero ella se apartó.

-Dime, Juliana. ¿Qué deseas? -

-Quiero que me toques- le susurré -Por favor-

Ella respondió con un movimiento firme a través del calor líquido, arrastrándose para un toque fugaz a través de mi centro, su aliento caliente en mi oído y tan inestable como el mío. -Dime- susurró de nuevo.

-Más ...- Lo logré con los dientes apretados. -Ah, Jesús... sí, ahí...- Jadeé cuando sus dedos regresaron a donde los necesitaba, y me levanté contra ella.

Ella gimió y apretó sus labios en la parte de atrás de mi cuello, chupando con fuerza. Los pequeños puntos de dolor parecían aumentar la sensación, hice un ruido estrangulado y agarré la almohada bajo mis manos. Me acarició insistentemente y luego a la ligera, llevándome al borde del orgasmo y manteniéndome allí hasta que me rendí con un fuerte gemido.

Enterré mi cara en la almohada, aflojando lentamente mi agarre en la cubierta mientras mi respiración se relajaba y mi cuerpo se relajaba.

Podía escuchar la sonrisa en su voz cuando respiró -Buenos días- en mi oído y besó con ternura el lugar en mi cuello donde estaba segura de que había dejado una marca.

Dejé escapar una risita ahogada, pero no levanté la cabeza, avergonzada por lo descarada que había sido.

-¿Juliana?- Preguntó después de unos momentos de silencio, apoyando su mano en mi espalda. -¿Qué pasa, bebé? ¿Estás bien?-

-Mm-hmm-, murmuré en la almohada, y luego lentamente me puse de lado, dándole una sonrisa tímida. -Un poco avergonzada, tal vez, por actuar como un gato en celo, pero estoy bien - Extendí la mano para meterme un mechón de cabello suelto detrás de la oreja, preguntándome cómo podía lucir tan bien cuando acababa de despertar arriba. -Mejor que bien. Estupenda, incluso. Ese fue un tremendo Buen día-. Me incliné hacia delante y la besé ligeramente. -Buenos días a ti, también.-

Ella me tomó en sus brazos y rodó sobre su espalda, tirándome con ella. Apoyé la cabeza en su pecho y le pasé un brazo por el estómago, me gustó el ruido de su voz debajo de mi oreja.

-Nunca te avergüences de querer ser tocada, Juls, o de querer tener relaciones sexuales. Me encanta tocarte y estar contigo. Cómo me respondes es una de las cosas más atractivas que he visto en mi vida. Yo... es un gran cambio para mí-

Sintiéndome extrañamente tímido considerando lo que acabábamos de hacer, mantuve mi cabeza agachada y tracé pequeños patrones con las puntas de mis dedos sobre la piel de su estómago 
-Supongo que no estoy acostumbrada-

-¿No estás acostumbrada a qué?- Los dedos que habían estado tamizando ociosamente a través de mi cabello mientras hablamos se calmaron. -¿Sexo? No pareces ser una novata para mí- 

La pellizqué ligeramente en el brazo en respuesta a sus burlas. -Bueno, Dios mío, señorita Carvajal, me alegra que lo apruebe-

-Oh, definitivamente lo apruebo - Su voz era baja y ronca, susurró directamente en mi oído y envió a mi cuerpo a zumbar una vez más, resaltando la verdad de mis siguientes palabras.

-No estoy acostumbrado a ... querer tanto-

Ella estaba tranquila, y escuché los latidos de su corazón debajo de mi oreja, el ritmo constante me estaba adormeciendo. 

-Yo tampoco- ella dijo finalmente, y rozó sus labios sobre la parte superior de mi cabeza.

Estuvimos calladas por unos minutos más, y pensé que tal vez ahora sería un buen momento para tener "La charla" de la que había hablado, pero antes de que pudiera comenzar, me besó la cabeza de nuevo y dijo enérgicamente.

-¿Tortilla de queso está bien para el desayuno?-

Supongo que nuestra pequeña charla tendría que esperar. Toqué su vientre con mis dedos.  

-Hablas en serio sobre todo esto, levantándote y explorando el gran mundo, ¿no?-

-Me temo que sí. Necesitamos estar en Big Pine Key a las diez. Me giré de costado y apoyé la cabeza en mi mano. 

-¿Necesitamos?-

-Mm-hmm.- Ella se adelantó y pasó una mano por mi cabello, el evidente afecto en su mirada me hizo sonreír.

-Bueno ...- Suspiré y me incliné para besar la pequeña hendidura en su barbilla. -Si debemos, debemos hacerlo. Así que ¿Qué tan lejos está Big
Pine Knot? y dame una pista de por qué tenemos que estar allí - miré el reloj- ¿una hora y cuarenta y cinco minutos? -

Se dio la vuelta y se apoyó en los brazos -Es Big Pine Key, no Knot- Me besó la nariz, lo cual la arrugue en respuesta. -Alrededor de treinta minutos -

Ella me besó profundamente en los labios, demorando el tiempo suficiente para hacerme olvidar de lo que habíamos estado hablando en primer lugar. Ella se bajó de mí, dejándome con la capacidad cerebral disminuida para hacer coincidir sus respuestas a mis preguntas, y cruzó el piso hacia el baño.

-Así que- Traté de hacer que mi cerebro se concentrara en algo además de la sensación de sus labios contra los míos y los estragos resultantes que habían causado. La vista de su desnudez mientras cruzaba el suelo no ayudaba. -Uh...- Saqué mis ojos de la puerta mientras se cerraba parcialmente detrás de ella y miraba al techo. -Entonces, ¿qué necesito ponerme en esta emocionante excursión? -