Capítulo 50 - Fiesta Carvajal

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Valentina caminó hacia la ventana grande y se puso de espaldas a mí. Sus brazos estaban cruzados, y su postura cautelosa y defensiva.

-No sé lo que quieres de mí- dijo bruscamente. Su traje gris oscuro y su pelo castaño eran austeros frente a la luz que venía de detrás de los cristales, lo que se sumaba a la desolación de su tono y apariencia. Admiré el efecto por un momento antes de hablar.

-Me besaste, abogada - Caminé detrás de ella y me quedé a un lado, extendiendo una mano para tocar su espalda, dudando como si lo hubiera pensado mejor, y luego metiéndome las manos en los bolsillos.

-Esa debería ser mi pregunta- Se inclinó ligeramente, casi imperceptiblemente, lejos de mí, cruzando los brazos aún más fuertes -No recuerdo haber escuchado ninguna objeción de usted, detective- dijo con frialdad. -De hecho, parecías muy dispuesta en ese momento-.

Me di la vuelta y apoyé un hombro contra la pared, cuidando de no inclinarme demasiado, a pesar de las garantías de que la frágil pared del conjunto me sostendría fácilmente.

-No estoy diciendo que no lo fuera y no estoy diciendo que sea para nada infeliz que me hayas besado. Solo digo que empezaste esto, y debes haber tenido algo en mente cuando lo hiciste. Así que, abogada - bajé la voz, inclinándome un poco hacia adelante en su espacio, tratando de llamar su atención. - ¿Qué es lo que quieres de mí? -

-Yo...- Ella me miró, la confusión y el miedo en su rostro, y luego apartó la mirada rápidamente. -No lo sé - Su voz era tranquila, casi un susurro.

Asentí lentamente, sin decir nada por un momento, mirándola pensativamente. -Almuerzo- dije finalmente.

Se volvió lentamente, sus brazos aún se cruzaron, pero parte de la actitud defensiva se había ido - ¿Almuerzo? - Repitió ella, levantando una ceja.

Me encanta esa ceja -Sí, almuerzo. Son las once y media. ¿Almuerzas conmigo abogada? Considérelo un calentamiento, como la preparación previa al juicio y si logramos pasar una hora entera sin matarnos, tal vez consideres ir a cenar conmigo en algún momento de esta semana -

-Yo...- Ella parpadeó y se rascó el brazo nerviosamente, luego pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo y agarró su brazo con fuerza en su lugar. -Um- Se aclaró la garganta y sus ojos recorrieron el set antes de finalmente aterrizar en mí otra vez -Sí-

Dios, ella es buena, pensé, y me detuve para no mirarla con admiración. - ¿Sí al almuerzo, o sí a la cena? - Pregunté, permitiendo que una pequeña sonrisa apareciera en mi cara

-Almuerzo, por ahora- Ella le devolvió la sonrisa con algo de su estilo normal y arrogante -Pregúnteme de nuevo en una hora, detective-

-Me parece justo- Asentí, dejando que mi sonrisa se ampliara mientras la empujaba a la pared -Y tal vez, si no sientes que es demasiado, demasiado pronto ... podrías llamarme Rita-

Ella sonrió.

-¡Corten!- Gritó Nate desde donde estaba mirando la acción en los monitores detrás de la frágil barrera de madera contrachapada que actuaba como una de las paredes de la oficina.

-¡Me gusta! Pongamos la cámara configurada aquí. Quiero grabar a un par desde este lado de la ventana. Valentina, Juliana, ¿puedes sacar tus marcas por la ventana, para que podamos enfocarnos y encender las luces? -

Ambas asistimos y nos volvimos hacia la ventana, de pie. Valentina me miró con una cálida sonrisa y resistí la tentación de poner mi brazo alrededor de su cintura y darle un largo beso sin prisas.

Era extraño pensar que esta mañana me había despertado en su cama, nuestras extremidades tan enredadas que casi no podía distinguir cuáles eran mías y cuáles eran las de ella, y ahora tenía que ser cautelosa incluso con el contacto más casual. A Valentina no pareció importarle que la tripulación nos viera juntas la noche anterior, pero hoy las cosas parecían ser diferentes.

Perdida en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora