Capítulo 3 - Fanfic

2.7K 214 6
                                    

A las siete y cincuenta y cinco de la mañana siguiente, di unos golpecitos en la puerta del remolque de Esme con la punta de mi zapato, bebiendo de una gran taza de café de papel en una mano y cogiendo un carrito de cartón que contenía dos tazas humeantes más de la otra.

La puerta se abrió y la asistente de Esme, Paula, me indicó que entrara. Solté un gruñido de saludo y entré en el remolque, levantando el portaequipaje y haciendo un gesto con la barbilla hacia Paula.

-Moca blanca con soja- Le di la taza a Paula

-Eres una muñeca. Gracias. Mientras pasaba junto a ella, ella me tocó el brazo -Y no creo ni una palabra de eso-

Fruncí el ceño. -¿Una palabra de qué?-

-Lo que están diciendo. Sobre ti y ese extra-

Sonreí educadamente -Gracias, Paula, me siento halagada de que me crees - Ella frunció el ceño, sin creer del todo la sinceridad de mis palabras.  - ¿Cómo está Esme esta mañana? -

Esme a veces no estaba en su mejor momento en las mañanas, y siempre era bueno saber dónde estaba su estado de ánimo antes de conversar con ella. -Bueno, ella...-

La puerta del pequeño baño del remolque se abrió y Esme salió pisando fuerte, mirándonos a Paula y a mí. -Esme es una adulta a quien no le gusta cuando la gente habla de ella como si no estuviera presente- Se dejó caer en el sofá, todavía con una mirada fulminante -Y por el amor de Dios, Paula, te dije que esa cosa sobre el extra era solo un estúpido rumor. Sinceramente, no sé cómo comienzan esas locuras -

-Increíble, ¿no es así? - Comenté secamente, y sostuve la taza como una ofrenda de paz. -La cosa más azucarada que tenían-

Sus ojos se suavizaron un poco y extendió las manos.

-Ohhh. Dame-

Dejé el portaequipaje y le entregué la taza. Ella lo olió y tomó un sorbo, cerrando los ojos y gimiendo de una manera que debería haberme hecho sonrojar, considerando mi orientación sexual recientemente reconocida, pero no lo hizo. Esme, a pesar de su innegable atractivo, nunca me había afectado de una manera sexual. Eso me puso en un porcentaje muy minúsculo de personas en este planeta, y fue probablemente la razón por la que le gustaba a Esme.

Alguien golpeó la puerta del remolque. -¡Coche para Pimentel y Valdés!-

Extendí una mano y levanté a Esme. -Vamos a terminar con esto- le dije, con temor.

-No es tan malo, Juli- dijo Esme, y me dio unas palmaditas en la mejilla. -De todos modos, necesitas trabajar en las habilidades de tu gente-

Fruncí el ceño y ella se echó a reír, sacándonos del remolque y parando en el escalón más alto con un pequeño chillido de consternación cuando el brillo del sol golpeó su rostro. Se volvió hacia Paula, quien ya estaba alcanzando para entregarle un par de gafas de sol que fueron diseñadas pensando más en el estilo que en la función. Ella los tomó sin una palabra.

Sacudí mi cabeza, bajando mis propias gafas de sol de donde descansaban sobre mi cabeza y colocándolos en su lugar antes de seguir a Esme y Paula por las escaleras hasta la limusina gris donde ya estaban esperando dos personas del departamento de relaciones públicas.

Esme odiaba compartir limusinas con personas que no conocía y se sentó en un silencio sombrío durante el viaje al hotel, disparando dagas a los dos pasajeros adicionales del auto. Los dos parecían incómodos, pero no tenía la simpatía suficiente para iniciar una conversación que podría haber aliviado la tensión. La preferencia de Esme por viajar sola era bien conocida, al igual que su comportamiento hostil cuando no era feliz, y estas dos deberían haberlo sabido. En cambio, me senté y bebí mi café frío, dejando que la cafeína hiciera su trabajo mientras Paula escribía furiosamente en su MacBook y, ocasionalmente, hablaba por su celular.

Perdida en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora