BERLÍN, ALEMANIA 1910Pateaba las calles alemanas con desgana. Llevaba más de dos horas caminando sin un rumbo fijo y aún no sabía a donde se dirigían mis pasos.
Además, tenía que alimentarme cuanto antes, llevaba más una semana con un hambre voraz. Miraba a los habitantes de la cuidad de reojo, con la cabeza gacha. No sabía controlar el color al que tornaban mis ojos cuando el estómago y la garganta me ardían, rogando por ese líquido caliente. Así que los tenía que ocultar de ellos.Había seguido los pasos de la familia Holmberg hasta allí. Sabía que ellos no habían muerto. Era imposible. Habían pasado demasiados años, pero yo necesitaba respuestas. Saber la verdad. Solo con eso me conformaba. Con encontrar un mísero descendiente de ese linaje.
Llevaba cuatro años y medio en ese país, esperando a que aparecieran en cualquier momento. Que apareciera cualquier rastro de ellos. Creí fielmente antes de salir de Canadá que volverían a su residencia, pero nunca llegó a suceder.
Mi mente se desvió del plan inicial para pensar en comer. No sabía ni yo misma como estaba manteniendo tanto el control al estar rodeada de todas esas personas en la plaza principal de Berlín. Supuse que sería sencillo, todos estaban centrados en el espectáculo de fuego que estaban celebrando. Algunos aplaudían, otros vitoreaban. El sonido de sus corazones resonaba en mis oídos continuamente mientras pasaba entre ellos buscando a la víctima ideal.
Puse la mirada en un chico castaño. Su corazón era el único que no podía percibir del todo bien.
Quizás tendría alguna enfermedad o eso pensé cuando me acerqué a él decidida, si mis suposiciones eran ciertas, sería una víctima fácil. La sangre de las personas enfermas no sabía igual y estaba casi segura de que toda la sangre que bebiera, la terminaría vomitando, pero necesitaba saciar por lo menos el instinto, no quería acabar asesinando a todas las personas de la ciudad si me volvía majara por culpa de una sangre exquisita.Llevaba las faldas de mi vestido arrugadas en ambas manos para no arrastrar el final y llenarlo de mugre. Él me observo de pies a cabeza y arrugó la frente cuando le sonreí.
Extrañamente una vez enfrente suyo, no podía percibir su corazón, pero veía las venas de su cuello resaltadas por la luz de la luna, tentada a morderlo.
Era menudo y joven, quizás uno o dos años menos que yo, pero estaba segura de que no era mayor de edad.
El vello de la nuca se me erizó cuando le vi sonreírme de una forma maligna y en el momento en el que me miró con sus ojos tornándose rojizos, supe que no debí haberme acercado a él.MYSDALE HILL, CANADÁ 2019
—¿Y no le preguntaste nada más?
Negué.
—¿Debí haberlo hecho? Porque me trae sin cuidado la respuesta que me pudiera haber dado.
Raven me miró incrédulo desde el otro lado de la biblioteca. Sujetaba muchos libros a la vez con una mano y no podía quitar esa expresión del rostro.
— Cassandre habla contigo sobre las cosas que se trae entre manos cuando nunca cuenta nada ¿Y tú no lo aprovechas? — protestó.
—Solo me preguntó si habíamos entregado las cartas que nos dio y me pidió que estuviera atenta de cuando el cartero viniera con la respuesta a ellas — ojeé los títulos de los libros que Alexei coleccionaba en la pequeña biblioteca de la casa. Cassandre me había hablado de un libro concreto al que le quería echar un vistazo así que lo estaba buscando.
–¿Por qué tanto interés en las respuestas de unas cartas? ¿Quién hoy en día se sigue comunicando de esa forma? — Raven dejó los libros en la mesa central y fijó la mirada en mí — ¿No podía llamar por teléfono? ¿Porqué tiene que ser tan dramática? — Encogí el cuerpo sin saber qué problema tenía con hacer tantas preguntas y en concreto, con enviar cartas.
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ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...