21. Manada.

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Markus 2/2

Era gracioso que mi única preocupación de mudarnos a nuestra antigua reserva fuese pensar en si ella seguiría allí o no. Había soñado con Sienna durante años, en cómo sería nuestro reencuentro, en si ella también pensaría que soy un espejismo.
Prácticamente me vio morir, pero quizás recordaba nuestra promesa y se había acordado de buscarme pese a eso.

Desde luego que yo busqué su rastro para ver donde había estado a lo largo de todos esos años, pero ningún brujo sabía exactamente en qué lugar se encontraba, desde Alemania, Praga, Viena, Roma...hasta Rusia.
Tenía la esperanza de que no se hubiera ido de Canadá aún.

Pero el miedo sobrepasaba la esperanza. No todo sería tan fácil. Sabía que habría algún impedimento para reencontrarnos. Madre era retorcida y capaz de pensar en un plan b y c si era necesario con tal de salirse con la suya, y eso significaba condenarnos a recordarnos para siempre, pero impedirnos estar juntos.

Era irónico que estuviésemos en esa situación por esa razón.
Por querer estar juntos hasta la eternidad.
Lastima que seamos inmortales simplemente junto a nuestros recuerdos.

Hacia relativamente poco desde que habíamos regresado.
El instituto no se distinguía demasiado del antiguo pero la gente era más distante y fría. Intentaba no separarme de Noah durante toda la mañana, nunca supe cómo hacer amigos y caminar solo por los pasillos me resultaba incómodo.

Iba distraído mirando el título del libro que acababa de coger en la biblioteca cuando choqué con ella.
La piel fría de su mano rozó con mis dedos en el impacto y mi mente se quedó en blanco.
El tiempo se paró, o eso imaginé yo.

Tan solo pude sonreír cuando ella se disculpó. ¿Que más podía hacer que decirla un 'No te preocupes'? Por mi mente no pasaban más que trozos de dejavús intentando lograr saber de donde me sonaba aquella muchacha de cabello castaño y unos rizos incontrolables.

Analizó mi cara con detenimiento y descaro, cualquiera diría que ella estaba igual de confusa que yo. Sorprendentemente me sentía a gusto bajo su mirada, pero el ritmo acelerado de mi corazón sin ningún motivo me hizo tener que irme de allí cuanto antes.
¿Era posible que me pusiera nervioso?
Ni siquiera la conocía para que causara hiperventilaciones en mi.

Llegué al baño del primer piso con rapidez. Necesitaba mojarme la cara. Así quizás espabilaría y me dejaría de tonterías.

Deduje que quizás serían los nervios por el primer examen de biología, pero solo eran pantomimas para intentar auto engañarme y hacer que mi subconsciente dejase de querer correr de vuelta a preguntarla como se llamaba.
No me preocupaba ese echo, seguramente la vería en más ocasiones.

— Parece que has visto un fantasma — comentó Gael reflejada en el espejo. Rodé los ojos y me di la vuelta para mirarla directamente. No se despegaba de mi ni en el baño.

— Quizás — respondí sin pensar. Pero ciertamente quería darle la razón. Estaba pálido como un folio y pequeñas gotas de sudor se asomaban por mi frente.
Mi cuerpo estaba reaccionando a algo a lo que mi mente no llegaba.
Automáticamente pensé en mi madre. ¿Tendría ella algo que ver con esto? Quizás era buena idea ir a visitar a Oliver y preguntarle al respecto, hacía años que no le veía ni a él, ni a su madre.

Esa misma noche acudimos al bar del cual era propietario. No era nada fuera de lo normal, elegante e informal a la vez. Buena música y un ambiente bueno, a pesar de saber todas las criaturas que se encontraban allí.
Noah puso inconvenientes al principio. No paraba de tratarnos como si fuese nuestro guardaespaldas, y al ser el mayor de los seis, siempre terminaba haciéndolo. Lastima que no podía rebatirle con que yo era aproximadamente ciento cuarenta años mayor que el, me tomaría por loco.

ÉXTASIS IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora