—Concéntrate — susurré — Yo también tengo hambre, se lo que estas sintiendo.Los ojos vacíos de Declan se posaron en los míos asustándome levemente por la expresión que su cara mostraba, parecía que tenía los orbes inyectados en sangre. Miré a mi alrededor asegurándome de que no había ningún humano cerca.
Su cara había palidecido y tenía el labio inferior sangrando levemente a causa de estar mordiéndolo todo el rato con los dientes. Varias pequeñas venas verdosas y moradas aparecieron en sus ojeras.
Apretó su cabeza entre las palmas de las manos y pegó un grito sordo que no se llegó a oír por culpa de la estridente música que había dentro del local, tras esa gruesa puerta de metal.— No lo sabes, Sienna— se quejó llamándome por mi nombre. Al menos aún no había perdido la cabeza del todo.
— Aguanta un poco más — rogué. Elisabeth aseguró que mientras más tiempo se controlara, después, comer sería sencillo.
Me destrozaba el corazón ver a Declan así. Habían pasado muchos años, pero nunca acabé acostumbrándome del todo. Su mirada dulce se perdió hacía más de una hora, al igual que Raven, quien aseguró que regresaría cuanto antes, pero nunca lo hizo.
Me enfadaba ser yo quien tuviera que estar pasando por eso.
No era buena para las palabras de aliento, sentía que en cualquier momento Declan saldría corriendo fuera de mi alcance dispuesto a desangrar a diez personas como mínimo. Y sería mi culpa.
Me exasperé y fui yo la que quise salir corriendo en busca de algún cuello que morder. Las encías me dolían como si mil filas de dientes estuvieran creciendo de la nada, y la garganta quemaba como si acabara de beber una botella de agua ardiente.
Declan se levantó de los escalones y empezó a caminar de un lado a otro en el callejón. Intentaba distraerse de las personas que pasaban por la calle principal pero sabía que en cualquier momento iría a devorar a alguna.
No sabía que hacer, mis sentidos también se empezaron a nublar acusa del olor que provenía de dentro del nido de brujas, demasiados corazones palpitando.Mi compañero acabó de rodillas en el suelo, traspasando el duro cemento con sus uñas para evitar salir corriendo.
Cuando empezó a gritar a causa del dolor, supe que debía hacer algo por muy descabelladas que fuesen las ideas que se cruzaban por mi mente. Pero solo podía pensar en una cosa. Comer.
Le pedí perdón en un susurro antes de levantarme y abrir la pesada puerta que daba al callejón para volver a adentrarme en el bar. En realidad me bastaba con alimentarme de cualquiera, esa noche no quería ni elegir la más apetecible, no me daba tiempo, tenía que darme prisa en volver con Declan.
Pero su olor llegó a mis fosas nasales y maldije en alto dirigiéndome involuntariamente a donde se encontraban.
No podía hacerlo, no otra vez.
Me arrepentí a tiempo de querer lanzarme a su cuello, sin embargo fue demasiado tarde cuando me intenté escabullir de ellos, me habían visto.—¡Hola! — saludó Jamie con un grito para que le oyera. En otra ocasión le hubiera callado y le hubiera dicho que aunque susurrara le oiría a la perfección. Solo pensaba en cómo la sangre se movía por las venas de su cuello.
Mi mirada no se despegaba de ahí.
—¿Sigues sin comer? — preguntó Ryan con una sonrisa en forma de saludo. Yo fruncí las cejas — No me mires así — me olfateó y su expresión cambió— Otra vez esa peste a muerte.
No era yo. Traía conmigo el olor de Declan. El se dió cuenta por mi expresión de desesperación.
— Tengo que irme — murmuré intentando sacar de mi cabeza el latido de sus corazones y la sangre caliente que habitaba en ellos.
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ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...