4. Lazos.

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MYSDALE HILL, CANADÁ 2019

—¿Habéis estado en la biblioteca? — preguntó Alexei pasando debajo de las escaleras para llegar hasta nosotros en el amplio salón, daba pasos lentos, como si le diera pereza caminar, pero su tono de voz parecía irritado.

Miré al ruso pararse detrás del sofá con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. Su cabello oscuro caía por su frente cubriéndole levemente los ojos.
Mi mirada bajó a Raven, quien tenía la cabeza apoyada en mi muslo mientras miraba ensimismado su cuaderno de dibujo con su típica expresión de enfado. Raven le asintió al ruso sin hablar.

—¿Porque diablos descolocáis todo por dónde pisáis? —bufó.

—Estábamos buscando un libro para Cass— explicó mi comandante sin prestarle demasiada atención.

—Me da igual, no me gusta que toquéis mis cosas. Ni siquiera las volvéis a dejar en su sitio.

Olí el aroma de Cassandre arriba de la escalera, estaba apoyada en la barandilla de metacrilato transparente.

—Iba a hacerlo yo, pero estaba ocupada arreglando los problemas que se podrían haber ocasionado por el despiste de ayer. He hablado con la alcaldesa, de momento no se sabe nada de las muertes.

La rubia bajó por los escalones incoloros del mismo material que la barandilla, haciendo resonar sus tacones en ellos. Llevaba el pelo atado en una coleta en la coronilla y perfectamente maquillada para afrontar el día.

— En un rato los recogeré si tanto te molesta que estén desordenados — le informó pasando por delante de él, haciendo que sus ojos la siguieran. A pesar de llevar más de diez centímetros de tacón, el chico seguía siendo más alto que ella.

De la nada empecé a escuchar el leve sonido del corazón de Alexei.

Nuestro sistema no funcionaba igual que el de los humanos, estábamos muertos. Sin embargo, la sangre seguía circulando y el corazón bombeándola, pero era densa y le costaba circular, hasta que uno se ponía nervioso o se alteraba, entonces su corazón se aceleraba llegando a ser como un ritmo cardiaco medianamente constante.

Alcé la ceja mirando como el ruso agachaba la cabeza sin recriminarle nada a Cassandre.
Era increíble como los sentimientos se interponían tanto en su manera de actuar.

Alexei y Cassandre tenían un vínculo sobrenatural que nunca me pude explicar muy bien, pero en ese mundo nada tenía una explicación racional.
Cassandre le había transformado y por meses, él se estuvo alimentando de ella hasta que aprendió a no hacer masacres en cada pueblo de Rusia que pisaban.

Ese vínculo era una especie de hipnosis donde inconscientemente Alexei tenía sentimientos muy fuertes por Cassandre y hacia todo lo que ella quería solo para conseguir su aprobación.

—No te preocupes. Ya lo he recogido — murmuró sin poder alzar la mirada de sus deportivas blancas.

Raven y yo alzamos las cejas.

—El humano de ayer... ¿Estaba vivo? – preguntó Declan desde uno de los sofás laterales.

Los ojos azules de Declan solo se tranquilizaron cuando vio a Cass asentir con la cabeza, y noté como sus hombros se destensaron, acomodándose más en el sofá blanco.

—¿Quieres que vayamos a verlo? — preguntó sentándose a su lado — Alguien tendrá que borrarle los recuerdos — El chico negó al instante rápidamente.

—No creo que pueda soportarlo sin llorar —  aticé el pecho de Raven con la palma de la mano estirada nada más que abrió la boca.

—No te pases — advertí con las cejas fruncidas.

ÉXTASIS IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora