24. Soluciones.

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— Suspendieron las clases por lo de Amber — murmuró Declan con un bol de cereales entre las manos. Lo miré con los ojos entrecerrados por culpa de la claridad que entraba por las ventanas y después me rasqué los ojos con la palma de las manos, intentando que se acostumbraran a la luz — Sigo sin creérmelo — susurró — Estamos tan acostumbrados a las muertes que la hemos tomado como una más. Su madre tiene que estar destrozada.

— Miles de personas mueren en un segundo, tu seguramente mataste a más de dos el otro día. ¿Que más da una más? — preguntó Raven colocándose su jersey de cuello alto de una tela demasiado fina.

— Eres un ser insensible — respondió Declan mirándolo con las cejas fruncidas.

Raven pasó detrás de mi encogiéndose de hombros.

Cuando Elisabeth entró a la habitación mis manos comenzaron a sudar como cuando era humana e instintivamente acabé mordiéndome los nudillos presa del pánico y la duda.

— Beth, ¿Podemos hablar? — pregunté en un susurro sin levantar la mirada del mármol de la encimera — A solas — especifiqué cuando Alexei y Cassandre entraron por la puerta.

Elisabeth me miró extrañada y asintió siguiéndome fuera de la cocina.

Estaba segura de que si alguien podía ayudarme en esa casa, sería ella.

Acabé sentada entre decenas de libros sobre la gran mesa de madera oscura que ocupaba el medio de la biblioteca. Mi compañera llevaba dando vueltas en busca de respuestas a mis preguntas más de diez minutos, pero solo consiguió estar igual de confundida que yo.

— Creo recordar haberte oído hablar de ese chico con Raven— tenía los brazos cruzados desde hacía tiempo — Quizás no era el mismo, pero su nombre si — calló por unos segundos — Lo que más me extraña es que no recuerdes cosas tan simples como de dónde procedes o como fuiste convertida.

Me arrepentí entonces de no haber hablado nunca cuando tuve la oportunidad sobre mi vida anterior al clan.

— Todo empezó cuando las pesadillas se fueron — dije intentando distraerme con la tela de mi camiseta.

— ¿Es muy importante recordar todo lo que estás olvidando?

— Joder, Beth. Es toda mi vida. Mi existencia — me indigné levemente por unos segundos y luego suspiré — Tengo un sentimiento en mis entrañas que me hace ser un manojo de inquietud. Siento que algo importante se me está pasando por alto. Quizás, si no hago nada ahora, las cosas podrían empeorar.

— Tengo una idea, pero no creo que te guste... ni a nadie de esta casa.




— Así que estás aquí sin que mi querida Cassandre de Austria lo sepa — el chico sonrió de una forma tétrica y yo asentí desde el otro lado de la habitación, sentada en uno de esos sillones de terciopelo rojo.

Había acabado yendo sola después de que Elisabeth insistiera en que era un completo suicidio hacerlo.
Si no me mataban ellos, me mataría Cass al enterarse. En otra ocasión hubiera sido acompañada por Raven, pero los tiempos estaban cambiando y a diferencia de antes, yo ya no tenía nada que perder si Cassandre decidía clavarme una estaca astillada entre las costillas, o mejor aún, en el corazón.

Iba advertida por Elisabeth que me saldría caro y estaba dispuesta a sacrificar mi propia vida con tal de morir de nuevo sabiendo todo lo que no conseguía recordar.

— ¿Qué crees que ocurrirá cuando lo sepa? — jugaba con el líquido que llenaba su vaso de cristal. Lo golpeaba contra las paredes y hacía que los hielos crearan un sonido molesto.

ÉXTASIS IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora