Odiaba las regalices negras, las óperas y el color amarillo. Odiaba la sandía con semillas y cuando las naranjas estaban demasiado ácidas. Odiaba los días calurosos, porque odiaba sudar y odiaba tener que recurrir a ventiladores para aliviar el sofocante calor. También odiaba que la gente caminara despacio, lo detestaba. Pero detestaba aún más cuando lo hacían demasiado deprisa y no te daba tiempo a alcanzarlos.
Incluso odiaba los aviones, siempre significaban empezar una vida nueva y dejar todo atrás.Odiaba dejar todo atrás continuamente.
La cantidad de veces que había tenido que aprender calles y rutas nuevas eran infinitas, lo único bueno que terminé adquiriendo fue un buen sentido de la orientación.
Recuerdo las calles de Viena a la perfección, Raven y yo caminábamos por ellas continuamente ya que pensábamos que ese sería nuestro hogar por mucho tiempo.Quizás la ciudad que más me costó dejar atrás fue Berlín.
Los conflictos políticos que estaban creándose por culpa de las ideologías nazis nos incitaron a escapar cuanto antes, aunque Raven disfrutaba de asesinar alemanes que estaban a favor de esa idea cada vez más popularizada, no estaba dispuesto a unirse a las tropas.Hasta el último día esperé encontrar algún rastro de la familia Holmberg, pero no fue así, y lo poco que sabía se esfumó cuando nos trasladamos a Italia, y luego a la República Checa, y más tarde a Austria.
Podía decir que era afortunada. Prácticamente había visitado todos los continentes por lo menos una vez y había vivido en las ciudades más populares del mundo.
Sin embargo no me sentía una persona afortunada.
Al visitar mundo, te das cuenta de lo insignificante que eres. Un alma más corriendo por la faz de la tierra, mientras hay miles de millones corriendo a la misma vez que tú.
¿Entonces que tiene de especial existir? ¿Porque hacerlo?
— Entonces ¿ella no mostró ningún tipo de síntoma suicida? — preguntó el policía mirándome mientras sostenía papeles entre sus manos — Quizás la viste deprimida o triste.
— No — respondí tragando saliva. Quise hablar más, pero las palabras no salían de mi boca. No me lo podía creer.
Amber estaba muerta.
— La han encontrado hace dos días en el jardín de su casa. Tenía las muñecas perforadas y estaba completamente desangrada, ni un ápice de sangre en su sistema. Llevaría así desde aproximadamente las cinco de la madrugada. Quizás antes — informó su compañero — Su madre no ha podido darnos mucha información sobre ella, nada más encontrarla nos llamó, pero está en el hospital debido a un ataque de ansiedad y puede que algo más grave.
El policía más alto chistó con la lengua.
— En lo poco que pudimos hablar con ella nos dio la información del instituto, y la señora Adams nos ha comunicado que tú y ella erais amigas.
— Ella... — susurré. — Amber no tenía muchos amigos. Ella y yo llevamos sentándonos juntas en clase desde que entré al instituto, pero no me considero más allá de su compañera de pupitre — Declaré — No se mucho acerca de ella, era muy reservada con su vida personal. Le encantaba hablar y era muy una maniática del orden, pero pasaron muchos meses hasta que supe que trabajaba para mantener a su familia. No dormía demasiado, siempre aparecía en clase con ojeras y con mucho cansancio. Pero creo que era feliz o eso demostró hasta los últimos días que la vi.
—¿Sabes donde estuvo esa noche?
Mi cabeza se movió en forma de negación.
— Puedo suponerlo, pero no la vi por allí — un papel en forma rectangular fue posado en mis manos, al mismo tiempo que un bolígrafo. Querían el nombre del recinto — Si piensan que fue un suicido ¿Porque quieren saber acerca de donde estuvo? — pregunté con curiosidad mientras escribía.
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ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...