—¿Quieres que te acerque a casa?La voz del chico sonaba cada vez más cerca después de que escuchase el sonido de las llantas de su coche frenando poco a poco sobre la abundante lluvia.
No tenía móvil y no sabía si quiera la hora que era. Llevaba un buen rato deambulando por el arcén de la carretera con intenciones de volver a casa, pero caminaba despacio buscando una excusa para cuando llegase. La lluvia me había calado por completo el pijama y el pelo.
Aún seguía confusa y un poco alelada. Fijé la mirada en el chico para conocer su identidad antes de denegarle la oferta.
— ¿Se lo preguntas a todas las chicas a las que te encuentras por la carretera?
El rió poniendo una mueca encantadora. Sus ojos se rasgaron completamente formando una línea recta y me mostró sus dientes perfectamente blancos y alineados.
— La verdad, no me suelo encontrar a muchas personas por esta carretera a las cuatro y media de la mañana.
El coche avanzaba con lentitud yendo al mismo ritmo que yo. Las gotas de agua caían dentro de la cabina a causa de la ventanilla completamente bajada. Reconocí su cara pocos segundos después cuando realmente me fijé en el. Ryan.
— ¿No es un poco raro que me monte en el coche de un desconocido? — pregunté intentando que acabara con su insistencia, subiera la ventanilla y se fuera.
Se encogió de hombros.
— Es aún más raro que estes caminando sola a estas horas por aquí y lloviendo.
—¿Una no puede dar un paseo? — volví a preguntarle — ¿Qué haces tú a estas horas por aquí y lloviendo?
Alzó las cejas y luego chistó rodando los ojos.
— Monta — ordenó.
Me negué a obedecerle y continué mi camino dejándolo atrás. Las luces del coche alumbraron mi camino por poco tiempo, hasta que el coche volvió a alcanzarme.
— ¡Venga ya! Vamos a clase juntos y somos prácticamente vecinos, no seas cabezota y monta — dijo desesperado.
Si decidía dar el brazo a torcer y montar en ese vehículo negro, el estaría más en peligro que yo.
Olía a perro que tiraba para atrás y eso no me tentaba nada a morderle, pero al menor movimiento brusco le clavaría las uñas en el cuello y saldría corriendo como alma que llevaba el diablo.Noté como Ryan me olfateó disimuladamente cuando monté en el coche.
—¿No estás un poco lejos de la reserva? — pregunté nada más cerrar la puerta.
—¿Y tú de tu casa?
Sus ojos prácticamente negros estaban puestos en la carretera. Conducía con lentitud y cautela a causa de la lluvia.
— Tengo un amigo un poco...— comenzó a explicarse — Independiente.
Intenté recordar las veces anteriores en las que había visto a ese chico pero los recuerdos eran difusos, no me fijé demasiado en el. Aunque juraba que anteriormente el color de su cabello era castaño. En ese momento en su cabeza había una maraña de pelo blanquecino que parecía completamente natural a simple vista.
— ¿Independiente? — pregunté sin entenderlo.
— Tenemos toque de queda y siempre se lo está saltando.
¿Toque de queda?
— Yo también me estoy saltando el mío — bromeé apartando la mirada de su pálido rostro e intentando distraerme con las gotas de agua que caían por la ventanilla — ¿Como sabias que era yo?
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ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...