7. Principio del fin.

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Tal y como le predijeron los brujos a Cassandre, la carta llegó al día siguiente.

Yo estaba ayudando a Declan a limpiar las grandes cristaleras repartidas por toda la casa cuando el cartero se acercó al pequeño camino inundado de hierba que dirigía hacia la puerta y dejó ese sobre amarillento en el buzón, para después marcharse en su moto lo más rápido posible. A la gente de la ciudad no le gustaba el bosque.

Raven salió en busca del sobre sin dirigirme ni una palabra al pasar por mi lado. Llevaba así desde la noche del día anterior. Ni siquiera fue a mi habitación cuando me desperté entre sudor y lágrimas por las continuas pesadillas.
Pero no le culpé, yo también estaría cansada de aguantar eso si fuera el. Además, no tenía porque hacerlo. Yo nunca se lo pedí.

Cassandre agarró dudosa el sobre cuando Raven quiso entregárselo. Era la primera vez en mucho tiempo que olía así. Su aroma a cloro se expandió rápidamente por el salón. La preocupación le saldría por los poros en cualquier momento.

Ni siquiera quiso leerla ella misma. La dejó en manos de su hermana, quien estaba en el primer peldaño de las escaleras, apoyada a la barandilla.

Alexei y yo compartíamos el sofá del medio mientras que Raven se sentó junto a Declan en uno de los laterales, mirando de frente a Elisabeth en las escaleras. Su hermana mayor sin embargo no podía quedarse quieta y no paraba de hacer sonar sus tacones una y otra otra vez en las baldosas.

Beth carraspeó levemente y pellizcó el puente de su nariz antes de mirar el papel confusa.

— Nos están cazando. A todos — leyó.

—Sigue — pidió su hermana.

—No hay más — respondió dándole la vuelta al folio, comprobando que no hubiera ningún trazo más de tinta por el. Y así fue.

—¿Como que no hay más?

Cassandre le arrancó de las manos el papel y estuvo mirándolo por más de dos minutos, cualquiera diría que estaba intentando buscar algo inexistente.
En ese papel sólo estaban escritas esas cinco palabras.

—¿Y en el sobre? Quizás haya algo — dijo Alexsei levantándose de mi lado para coger el rectángulo amarillento que reposaba en la mesa central. Tampoco. Solo nuestra dirección, ni siquiera la de quien envió la carta.

— No lo entiendo — dijo Declan — ¿Qué quiere decir con eso? ¿Como que nos están cazando? ¿Quien te envío esa carta?

Cassandre se llevó las manos a las sienes cuando se sentó en el sofá intentando procesar todo. Miró a Raven y supe que los dos estarían intentando maquinar algo en su cabeza para arreglar la situación.
Pero yo estaba esperando a que respondiera las preguntas de Declan, pues tampoco entendía nada de lo que estaba pasando.

— Llevo un tiempo en contacto con Trevor — empezó. Trevor era uno de los nuestros, pero vivía muy lejos, en una ciudad al oeste, a casi más de cinco horas de distancia si no había tráfico — El me escribió para alertarnos, los lobos de allí están desapareciendo. El alfa de la manada del oeste es hermano del alfa de la manada vecina. Trevor supuso que estarían emigrando hacia la zona, quizás para volver a juntar las manadas, no lo sé.

—Pues con la respuesta que hemos recibido no sabemos mucho más — declaró Raven con su tono seco.

—La ultima carta que le envíe fue para que esperara unos días y me contara como avanzaban las cosas... ha respondido demasiado rápido.

Alexei se sentó al lado de Cass acariciando su espalda con suavidad, ella estaba agradecida ante ese gesto, pude notarlo.

Seguía bastante perdida. ¿Que importaría que vinieran más lobos?
Nunca habíamos tenido problemas con ellos aparte del incidente que tuvo Declan por estar en el lado equivocado de la carretera. Mientras ellos se mantuvieran en el suyo y nosotros en el nuestro, no pasaría nada.

ÉXTASIS IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora