CANADÁ 1869Mientras corría, había acabado perdiendo uno de los ostentosos botines que madre me había forzado a lucir hacía pocas horas. En ese momento, el que me revestía el pie estaba herrumbroso por culpa del barro del bosque, pero tampoco me importaba, mi cabeza estaba intentando concentrarse en mantener el equilibrio entre las ramas caídas de los árboles mientras me apresuraba en huir.
Escabullirme era cada vez más arduo. La planta de mi pie era atacada a cada paso que daba por pequeñas piedras y vástagos. Las heridas pronto la colmaron.
Me alejaba del fuego con rapidez, pero ni siquiera sabía a donde me dirigía.
Lo único que mis ojos lograban ver era oscuridad; durante varios minutos pensé que había perdido por completo la visión.Hacía presión sobre las telas del pomposo vestido intentando parar cuanto antes la hemorragia que me estaba haciendo perder demasiada sangre. Era imposible que no me encontrasen, mi sangre bañaba medio bosque.
Mentiría si no admitiese que quería que lo hiciera, que me encontrase y acabara lo que había comenzado, pero según ella, yo misma haría que todo acabara.
Cuando me mandó correr fuera de su vista, solo pensé en hacer lo que ella ordenaba. Pero kilómetros más tarde, aun huyendo mientras lloraba atemorizada, deseaba haberme quedado allí, hacerla frente y rezar para que lo mejor que me pudiera hacer fuese matarme.
De todas formas, ya lo había hecho.
Caí al suelo por culpa de mi torpeza.
Las faldas del vestido estaban mugrosas y llenas de sangre, al igual que todo mi cuerpo. Continuaba apretando la herida del costado con la mano, haciendo que uno de los cortes de ella se abriera aún más. Nunca llegué a levantarme.Seguía sin ver, pero divisaba a la perfección mi fin acercándose.
La garganta me escocía casi tanto como los cortes, no lo entendía. La sangre no paraba de brotar de mi cuerpo, moriría en cualquier momento.
¿Pero que importaba? No tenía razones para continuar con vida.Miré a la luna una última vez antes de comenzar a sentir un vacío inmenso en el pecho.
Así se sentía cuando el alma abandonaba tu cuerpo y definitivamente fue mil veces peor que morir.MYSDALE HILL, CANADÁ 2019
Pocas veces pensamos en lo que tenemos; pero siempre en lo que nos falta, Schopenhauer.
Las veces que Cassandre había intentado hacerme comprender que la vida era el presente, fueron infinitas.
'El pasado esta para aprender, no para lamentarse.'
¿Cuantas personas tenemos que perder a lo largo de nuestra vida para que nos demos cuenta de valorarlas?
Uno de mis mayores miedos en las últimas décadas había sido no lograr volver a ser feliz.
Pensaba continuamente en todo lo que había perdido y dejado atrás. Y nunca me paré a pensar en que llevaba mucho tiempo teniendo razones suficientes para serlo.
Pero nada era suficiente cuando no tenías lo que querías.Prácticamente nunca había conseguido lo que quería, o eso pensaba. Estaba perdida en los recuerdos del pasado, lo suficiente para no darme cuenta de que ya no los necesitaba para ser feliz.
En ese momento tenía otros motivos; algo parecido a una familia.
Nunca me perdonaría si por culpa del pasado perdiera el futuro, pero era de esperar que acabara arruinándolo todo. Había logrado darme cuenta de que era feliz con lo que tenía, pero seguía condenada.

ESTÁS LEYENDO
ÉXTASIS I
Teen FictionMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...