En la historia de la humanidad siempre han constado dos tipos de dolores, los que son provocados por las guerras y las enfermedades; los que matan, y los aún más crueles; los que nos acompañan toda la vida para martirizarnos, sin tregua alguna, recordándonos día tras día todas las decisiones erróneas que cometimos y todo lo que de cierta manera no pudimos lograr.
Tristemente yo llevaba acuestas ambos, pues estaba muerta y al mismo tiempo, llevaba arrastras más de un quebradero de cabeza.
Mi corazón se había descuidado de ser eficiente bastantes años atrás y durante todos ellos, me había atormentado. ¿Porqué había terminado convertida en ese monstruo? ¿No había un destino benévolo para mí?Algunas veces me desolaba darme cuenta de que esa era mi verdadera naturaleza, tan oscura, siniestra y macabra, otras sin embargo, no me preocupaba lo que me había ocurrido en todas esas décadas, si no, todo lo contrario, lo que no había ocurrido por haberme transformado en aquello.
Nunca pude casarme, nunca pude tener hijos o tener una vida corriente y ordinaria, alejada de las muertes, la sangre y de los asesinatos.
Había leído y estudiando cientos de libros que hablaban sobre el destino. Todos ellos decían que era una fuerza sobrenatural que actuaba sobre los seres humanos y los sucesos que éstos enfrentan a lo largo de su vida.
Básicamente una sucesión inevitable de acontecimientos de los cuales ninguna persona puede escapar.
Y es decir, si yo estaba destinada a acabar de esa manera, aunque hubiera tenido la oportunidad, nunca lo hubiera podido evitar. ¿Cierto?
Porque todos estamos colocados estratégicamente en el mundo para llevar acabo un cometido. Algunos más importantes que otros, pero todos con un propósito.Yo estaba segura de que no nací destinada a aquello.
Mis decisiones siendo humana habían sido pésimas pero, mi destino no podía ser solo... eso, un vampiro.
Estaba convencida de que mirase cómo lo mirase, siendo humana o no, mi destino era y siempre había sido él.
—¿Rowan? ¿Estás ahí? — me seguía agitando como noté minutos atrás— Por Selene, Alexei me despellejara vivo como me vea aparecer contigo inconsciente.
Solo cuando abrí los ojos los suyos parecieron aliviados. Suspiró con calma sosteniendo mi cabeza entre sus manos y me sonrió. Solo me había hecho falta aquel gesto para comenzar a sollozar incontrolablemente.
Esperé que se quedara pasmado al verme derramar lagrimas cada pocos segundos, los vampiros eran incapaces de llorar, todo el mundo lo sabía, pero Markus estaba - o parecía - completamente sosegado al ver que había reaccionado y ya no estaba inconsciente.Le había encontrado, o quizás él me había encontrado a mi.
Me miré la mano mientras me incorporaba y entre las lágrimas que brotaban de mis ojos busqué lo que él mismo me había mandado llevar. Pues solo cuando vi el anillo resplandeciendo bajo la luz de las farolas que alumbraban la azotea me di cuenta de que Oliver se lo había dado con un motivo y le había dicho que yo llevara esos libros por otro y es que quizás eso nos ataba el uno al otro.
Cuando era cría, las historias que nos narraba Nana a mis hermanos y a mi, no me resultaban a penas amenas o atrayentes. Nunca me habían interesado los cuentos de fantasía que reposaban en la última balda de la estantería de mi alcoba. Es decir, por algo estaban situados en la única repisa donde mis cortos brazos no alcanzaban.
Quizás por cómo padre y madre nos criaron, ninguno resultó ser demasiado creativo.
Imaginar los escenarios que Nana leía de aquellas páginas coloreadas me provocaba dolor de cabeza. ¿Como iba a imaginar algo que mis ojos nunca habían visto?A Markus tampoco le gustaban los libros de fantasía y entonces pude confirmar que nada de eso existía. Él había conocido más países de los que podía contar, el debería haber visto criaturas diversas, pero no. Nada. Resultaba irónico que su madre terminase siendo una bruja.

ESTÁS LEYENDO
ÉXTASIS I
Genç KurguMuchas veces en la vida uno cree tener algún tipo de condena en las espaldas. Quizás intensos cargos de conciencia en donde no podemos volver atrás y solucionar lo ocurrido. A todos nos persigue nuestro pasado, y todos siempre hemos querido cambiar...